Creciente malestar en Gendarmería ante la desesperación de Bullrich por zafar en el caso Maldonado

“Nos están mandando al frente, para lavar culpas políticas”. Ese es el sentimiento generalizado entre las filas de Gendarmería apostadas en Chubut, al referirse al vuelco que dio el gobierno nacional en los últimos días respecto a la desaparición forzada de Santiago Maldonado.

En otras palabras, el creciente malestar en esa fuerza de seguridad se vincula con el abrupto cambio de la cartera conducida por Patricia Bullrich, que pasó de la defensa corporativa a poner la lupa sobre un grupo de gendarmes, lo que se atribuye a un “burdo cálculo político, que tiene que ver más con la presión de la sociedad, de los medios y la negativa repercusión internacional”.

Por eso mismo, no pueden disimular el disgusto que experimentaron cuando el gobierno, por el giro que está dando, envió a Esquel a dos altos funcionarios del ministerio de Seguridad con información “relevante” sobre el grupo de gendarmes que llegó más cerca del río Chubut el 1 de agosto, es decir, el día de la desaparición de Maldonado.

La entrega de esos informes al juez federal Guido Otranto, fue interpretada por la mayoría de la fuerza como una “sobreactuación”, y que en definitiva se trató de “una jugada para entregar una oveja negra para bajar el precio” respecto a las responsabilidades políticas.

El más que evidente cambio de estrategia por parte del gobierno, tiene que ver con la necesidad de cerrar cuanto antes el “tema Maldonado” con la acusación de un par de gendarmes a los que “simplemente se les habría ido la mano”, y de esa manera dejar de lado cualquier tipo de competencia política en los altos niveles para que, a lo sumo, toda la responsabilidad del hecho recaiga en algún ‘perejil’, como un auténtico “fusible”.