“A mí el peronismo no me va a torcer el brazo, y voy a seguir adelante con todas las reformas”. Así se lo transmitió Mauricio Macri a los principales banqueros y financistas de Wall Street, quienes durante un encuentro en Nueva York habían planteado una serie de pedidos para que finalmente puedan pensar en invertir en Argentina.
En otras palabras, los representantes del poder real en Estados Unidos se pusieron firmes y le exigieron al Gobierno que, para que nuestro país sea creíble, tanto las reformas que se vienen, como el combate a la inflación, logren un amplio consenso con las distintas fuerzas del Congreso y el sindicalismo.
Durante esa reunión, el presidente intentó transmitir tranquilidad, asegurándoles que las reformas económicas que se vienen –con la flexibilización laboral incluida-, cuentan con un amplio apoyo social, y aprovechó para destacar lo que ocurrió en las elecciones del 22 de octubre.
Las palabras de Macri llegaron en respuesta a lo que planteó uno de los poderosos hombres de negocios, cuando dijo que “para creerle a la Argentina, el Gobierno debe demostrar que los cambios tienen el apoyo de la oposición y de la mayoría del pueblo”. Y a continuación, lanzó una advertencia que sonó a amenaza: “Si no, seguiremos observando, sin llegar a hacer inversiones en la economía real”.
Por si las presiones no resultaban suficientes, los banqueros le encargaron la misión de entrevistar al presidente al veterano periodista Charlie Rose, uno de los favoritos del establishment en el país del Norte. “¿Usted es consciente de que para que las reformas sean creíbles y haya inversiones hace falta un amplio consenso?”, le preguntó.
Es más, para que no quedaran dudas sostuvo que no habrá inversiones reales si hay sospechas de que en 2 o 4 años las reglas de juego pueden cambiar. Dicho en otras palabras, el mensaje fue: “Ojo con apartarse de la línea trazada, y por lo tanto, nada de populismo. O peronismo. O kirchnerismo, bah”.
Como broche de oro, Macri garantizó que el acuerdo con los gobernadores ya estaba cerrado, a cambio del compromiso del Tesoro de enviarles fondos adicionales a las provincias para no desfinanciarlas. Y detalló que la cifra saldría del reparto del dinero que se recortará a los jubilados por 100.000 millones de pesos.