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22 noviembre, 2024
PAÍS

En su nueva columna, el Turco Asís aniquila al gobierno de Macri

El ensayista y escritor Jorge Asís, en su nueva columna de JorgeAsísDigital destruye al gobierno de Macri por haber lanzado las tres reelecciones (la del presidente, la de Vidal y la de Rodríguez Larreta). Habla de los grandes negocios del gobierno, de las internas políticas y de aniquilar a María Eugenia Vidal que aspiraba a pelear la presidencia el próximo año, con el karma de quedarse 6 años más en la provincia de Buenos Aires. Finaliza la nota señalando que la mafia del bien son peores que los anteriores.

El artículo completo:

Socios para la prematura reelección

Mister Morris, gran discípulo de Dale Carnegie, sobrino del actor Santiago Gómez Cou, era un profesional del optimismo que aplicaba, para sus cursos rápidos, la innovadora fórmula del “Aceyte”.

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Con el acróstico del “Aceyte”, Morris solía movilizar a los deprimidos, tímidos y tartamudos que le pagaban por mes. “Aceytados”, los tristes de Morris salían a la calle, en bloque, con la moral alta, a arrasar.

Al lanzar, desde la algarabía de Parque Norte, tres reelecciones juntas, los eufóricos del Tercer Gobierno Radical reivindican aquella fórmula de Morris. Y salen, con arrojo, a timbrear.

A militar por la permanencia precoz de Mauricio, El Ángel Exterminador, en la nación.

De la señora María Eugenia, La Chica de Flores de Girondo, en la provincia inviable.

Y de Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, en el Maxi Quiosco de la Capital.

Como si el TGR no atravesara su poco original “temporada en el infierno”. Sin la estética de Rimbaud, pero con el ingenio goleador de don Jaime Durán Barba, El Equeco. Con la línea altiva que les baja Marcos Peña, El Pibe de Oro, y la filosofía emocional de Alejandro Rozitchner, El Morris del XXI.

Mientras tanto, gracias al periodismo de Yrigoyen ellos creen retomar la iniciativa. Y reproducen un sorprendente error político.

Los tres conservadores (Macri, Vidal y Rodríguez Larreta) se aseguran innecesariamente los primeros planos para 2019. Bloquean los cetros con excesiva antelación. El impacto de la noticia lanzada el viernes se desvanece con los títulos, a más tardar, del martes.

La víctima del privilegio

Los triples socios para la prematura reelección atraviesan instancias distintas.

Primero, en orden de importancia, está María Eugenia Vidal, la condecorada por las encuestas.

De los tres, es la víctima principal del privilegio.

Aunque gane en 2019, es quien tiene más para perder. Hipoteca (mal) el presente.

Como dista de ser tonto, Federico Salvai, el Neo Alberto Pérez, debe saberlo.

Seis años más en la provincia inviable es la manera más perversa de construirle el techo inmediato a La Chica de Flores de Girondo.

Una invitación para que se le diluya el favoritismo de los sondeos. Y prepararla para recibir, de frente, las salpicaduras lícitas del desgaste presidencial.

Si se piensa mal, como siempre debe pensarse, al lanzarla hacia la compulsiva reelección se le obtura el ascenso que pintaba como irremediable.

No es el invento de “ningún creativo”, como sostiene El Pibe de Oro, ante el periodista complaciente.

Para tranquilizar espiritualmente al Jefe, corresponde ignorar el clamor interno que se extiende sigilosamente desde el interior de la congregación.

Y acotar, de raíz, el ventarrón del vidalismo. “Pero yo formo parte de un proyecto” se le escuchará decir. Invariablemente vacunada.

Inventos de “creativo”.

Como un Putin cualquiera

En segundo lugar, Mauricio, El Ángel, aunque un sector de los seguidores prefiere que se lo apode El Pende Viejo. Por su resistencia a admitir el paso irreparable del tiempo. E inclinarse, como un Putin cualquiera, hacia la tendencia menemista del esfuerzo deportivo, que debe ser complementado con anti-inflamatorios de relativa eficacia.

El Ángel prosigue con su obstinada alucinación de suponer que sabe de economía. Que no necesita ningún Cavallo, ni un Lavagna. Que ni es el tiempo de Melconián.

Se aferra a la consagrada vaguedad del gradualismo. Cientos de millones de dólares semanales se le evaporan en el mercado. Se le escapan (los dólares) ante el desconcierto de los ministros del área fragmentada, que culpan por las dudas al presidente del Banco Central. Contemplan con esperanzas a Vladimir, el preferido de las Luces de Mis Ojos, I y II. Superministerio compartido de la jefatura de gabinete que le aporta más confusiones que soluciones.

Buenos muchachos, todos, aunque no embocan una ficha miserable en la boca amplia del sapo.

Mientras tanto, la dependencia patológica del crédito externo agudiza el riesgo del epílogo más temido. El clásico final de orquesta de los Esquemas Ponzi. Con sus piñas.

Se explica entonces que el rostro presidencial exhiba los conmovedores surcos que denotan preocupación. Surcos que reflejan severas muestras de agotamiento.

Las somatizaciones políticas reproducen tensiones que suelen concentrarse en la columna vertebral. No es lo más aconsejable aventurarse anticipadamente, para salir del paso, con la idea de otra campaña.

Idílico macricaputismo

El tercer socio, Rodríguez Larreta, hoy extraña como nunca aquellos tiempos idílicos del macricaputismo.

Cuando Nicky Caputo, El Co, co-gobernaba con el Ángel sensible. El Co le resolvía los problemas delicadamente puntuales, los mismos que hoy nadie resuelve, o se resuelve mal.

Para colmo, se pretende que todos los dilemas espiritualmente estructurales sean resueltos por la caja del Maxi Quiosco. Aunque Geniol despache 24 sobre 24, la caja es agotable.

Por supuesto que rondan, por las golosinas del Maxi Quiosco, unos cuantos festejantes. Con intenciones lícitas de conducirlo.

No se trata sólo de Martín Lousteau, El Personaje de Wilde, impulsado siempre por Coti Nosiglia, El Mudo, y a pedido del Ángel.

Ronda otro Geniol, igualmente calvo, como Dietrich, El Guiyo, que imagina un destino grandioso en el horizonte.

También acecha la señora ministro Bullrich, La Rambo, que se manda medir. Le dicen que “mide bien”. Se entusiasma con su propio “aceyte”.

De los tres socios para la aventura precozmente irresponsable de la reelección, El Geniol tiene, a pesar de todo, el camino más obstaculizado.

Por lo “efectivo” del Maxi Quiosco.

El globo de la transparencia

Cierta pensadora anónima de Villa Urquiza, al senador Eduardo Menem lo llamaba Amanecer. Porque aclaraba (sostenía que siempre aclaraba lo que quería decir Carlos Menem, su hermano). Así como Amanecer salía a aclarar, hoy Marcos Peña tiene que salir a bancar. Un aspecto rescatable de su comportamiento. Aunque el chico sepulte paulatinamente su credibilidad.

El Pibe de Oro se muestra generosamente solidario con la sucesión de cuestionados. Usuarios frecuentes de “conflictos de intereses”.

Que haya salido a jugarse por los papeles incómodos de Panamá, los que descolocaban tanto al Presidente, era explicable. Vaya y pase.

Pero El Pibe sale a bancar al por mayor. Por ejemplo a Jorgito, apuntado por problemas de manejo mínimo con el servicio doméstico (y por los excesos previsibles transcurridos en la intervención del SOMU, del encanado Caballo Suárez). Sale también a batirse como un vikingo por la honorabilidad de Caputo, el primo de El Co, El Toto, oculto propietario de Noctua Partners.

Es el ministro encargado de conseguir los créditos para mantener la inalterable vigencia del Esquema Ponzi Institucional.

Aquí, en El Toto, se asiste a una mezcla ética de roles. Un cóctel de valores. La duda -“jactancia de intelectuales”, según el pensador Aldo Rico- es eterna. Como la sospecha, que repentinamente se convierte en evidencia.

Indica que El Toto consigue eficazmente los financistas que -probablemente- representa.

Sin embargo lo más heroico del El Pibe de Oro es cuando se juega la vida para bancarlo al Negro Arribas, Nuestro Smiley, el improvisado Señor 5 que hizo un curso admirablemente acelerado para ser el jefe de los espías.

Para los malévolos, Nuestro Smiley es el guardián de la caja más amplia de secretos personales de El Ángel Exterminador. Es tan trascendente como Adolfo Donati, El Niño Bien, no ampliaremos.

Pasa que estos muchachos del TGR elevaron demasiado el globo de la transparencia.

Pero de pronto, el globo se les esfumó. Para motivar el descenso abrupto de la supremacía moral, que los diseñaba como seres superiores. Dignos ejemplares que no podían compararse con los malos anteriores que “se la llevaron toda”. Tenían fundamentos para subrayar la diferencia. Pueden ser, en efecto, mucho peores.

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