Convencido de que soplan vientos a favor, con una gran dosis de optimismo y, sobre todo, por lo que significa el inmenso beneficio del ‘blindaje informativo’ del que goza por parte de los grandes medios, Mauricio Macri está convencido de que la posibilidad de buscar la reelección en 2019, lejos de ser un sueño utópico, bien puede convertirse en realidad.
Con ese objetivo, desde las usinas de Cambiemos ya vienen trabajando desde hace meses hacia ese objetivo. Por eso mismo, en el corto y mediano plazo serán dos los ejes que marcarán la agenda del Gobierno: apostar por dar respuestas a las cuestiones vinculadas con la problemática social y la revitalización de la obra pública, que se reflejará en un aumento del 30 % en la inversión, que alcanzará los $ 270.000 millones, incluidos los aportes privados.
Es más, quienes están cerca del presidente admiten que su administración estaría dispuesta a resignar para 2018 el cumplimiento pleno de la fuerte expectativa de reducir la inflación -la meta es el 15 % anual-, a favor del aumento de la inversión y la creación de empleo.
Un dato a tener en cuenta es que Macri programó para después del Mundial en Rusia 2018 -sueña con un éxito de la selección argentina-, el fin de las subas tarifarias de gas, de luz y de agua, mientras que para ese momento ya se habrán otorgado los incrementos salariales después de las negociaciones paritarias.
En la búsqueda de su reelección, Macri considera clave mantener la base electoral del electorado del centro del arco político y captar a ciertas franjas del progresismo que se resistan a regresar al peronismo. Y sabe que de eso también dependen las reelecciones de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal , y del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, objetivos también fijados por la gestión macrista.
Sin embargo, es consciente de que ese objetivo le abrirá un frente interno de imprevisibles consecuencias, porque significaría desplazar, nada más ni nada menos, a quien hoy por hoy mantiene los más fuertes apoyos y adhesiones: la gobernadora María Eugenia Vidal.
Por eso, más allá de las sonrisas públicas, es innegable que la cuestión ya está generando roces con la mandataria bonaerense, y no hay que dejar de lado al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien también se ve como presidenciable, además de su Jefe de Gabinete, Marcos Peña, por ahora, el preferido del presidente, quien en los últimos tiempos se mantiene distante de Vidal.
Fue el propio Macri quien ya deslizó en más de una oportunidad su ambición reeleccionista, al sostener que “necesitamos ocho años para profundizar este cambio”. O, cuando yendo más lejos en el tiempo, durante los festejos por el triunfo del oficialismo en las Paso, y rodeado por sus más fieles laderos y globos de distintos colores, dijo muy convencido que “empezamos a recorrer los mejores 20 años de la historia del país”.