Con una ajustada votación decidida ya pasada la medianoche, el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil, con el desempate de su presidenta, Carmen Lucía, rechazó el hábeas corpus por seis votos contra cinco solicitado por Luiz Inácio Lula da Silva, y dejó al ex presidente al borde de ir a la cárcel.
De todas maneras, el arresto de Lula no será inmediato porque todavía queda margen para que sus abogados soliciten la revisión a de algunos puntos del fallo, incluyendo su constitucionalidad.
Condenado en enero por el Tribunal Regional Federal 4, de segunda instancia, el líder del PT demandó un hábeas corpus para permanecer en libertad, y continuar en campaña, hasta que se agoten todas las instancias de apelación. Estas instancias incluyen al Tribunal Superior de Justicia, que es la tercera y al Supremo Tribunal Federal, el cuarto y último paso.
Lula, favorito en todas las encuestas para las elecciones de octubre, fue condenado por supuestamente haber recibido un departamento en el popular balneario Guarujá como soborno de la constructora OAS. Sin embargo, el ex presidente no pasó una noche de su vida en esa propiedad y ninguna prueba pudo vincularlo efectivamente con el inmueble. Eso no impidió que recientemente el Tribunal Regional Federal de Porto Alegre confirmara una condena de primera instancia y elevara la pena a 12 años y un mes de prisión.
Fuera del Palacio de Justicia, en Brasilia, una columna formada por militantes petistas y de movimientos sociales desplegó pancartas con la consigna “Lula Libre” en la Explanada de los Ministerios. Un camión con parlantes sirvió de palco al que subieron diputados y sindicalistas, en su mayoría vestidos de rojo. Dirigentes repudiaron al comandante del Ejército, Eduardo Villas Boas, por haber presionado a favor de la prisión en un comunicado en el atacó la “impunidad” y dijo estar junto a la “gente de bien”.
Hace tres días, un general del vecino país lanzó una temeraria amenaza: si el Tribunal no habilitaba la detención de Lula, que es lo que finalmente ocurrió esta madrugada, entonces “no quedará otra alternativa que la intervención militar”.
“Si ocurre semejante apartamiento de la ley, ahí no tengo duda de que sólo queda el recurso a la reacción armada. Ahí es el deber de la Fuerzas Armadas restaurar el orden. Pero no creo que lleguemos a eso”, lanzó el general Luiz Gonzaga Schroeder Lessa, jefe del Ejército de reserva brasileño.
En tanto, otro grupo menos numeroso con camisetas amarillas de la selección, ubicado a unos 300 metros de los petistas, soltó fuegos artificiales tras conocerse el voto del tribunal. Los antilulistas recibieron con vivas al capitán retirado y precandidato presidencial Jair Bolsonaro, reivindicaron una intervención militar y elogiaron al jefe del Ejército. Bolsonaro reconoció que el pronunciamiento filo-golpista del general Villas Boas pudo haber tenido influencia y respaldó al “partido del Ejército que se llama Brasil”.