“Miles de despidos y suspensiones, empresas y comercios que cierran, parques industriales inactivos o que no abren y niños no escolarizados que ni siquiera tienen una copa de leche al día”. Ese fue el panorama que, sobre la realidad, pintó el presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (Cepas), monseñor Jorge Lugones quien, contundente, advirtió que “el ajuste no lo tienen que pagar los pobres”.
Junto a él, con un rictus nervioso y seguramente arrepentidas por estar ahí, se ubicaban la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley, y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. También se encontraba el intendente local, Daniel Arroyo (Cambiemos). Fue durante la apertura de las jornadas sobre la Semana Social que, organizadas por el Episcopado, se inauguraron en Mar del Plata.
Obispo de Lomas de Zamora y considerado una de las voces de la Iglesia más cercanas al Papa Francisco, para que no queden dudas sobre su postura, dijo: “No puede ser que a algunos trabajadores se les dé un 25 % de aumento y a los docentes un 15% en tres cuotas”, al trazar una más que clara diferenciación entre el acuerdo que cerró Camioneros con la oferta de Vidal a los docentes de la provincia.
En la misma línea, el religioso le hizo un guiño al paro general convocado por la CGT para el lunes, al mencionar que “el derecho a la huelga es una herramienta que propone la doctrina social de la Iglesia cuando se dan situaciones de injusticias sociales”.
Además, Lugones reclamó creatividad y participación desde el Estado para atender a los más vulnerables, entre ellos jóvenes y jubilados. “No vivimos con los pibes chorros todos los días. Estos chicos quieren salir adelante, pero lamentablemente no tenemos recursos”. Y remató: “Sin justicia social va a ser muy difícil llegar a la paz social. Construimos cárceles pero no habilitamos hospitales”.
Por otra parte, recordó a los gobernantes que “además de estar y hacer, también falta sentir, falta sensibilidad social”. Y agregó que “tenemos en la Argentina un número importante de indigentes, que nos duele”.
Por su parte, el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, había advertido sobre las secuelas del modelo económico y sobre que el ajuste “no lo tienen que pagar los pobres”. Y después agregó: “El nivel de inequidad es enorme, y se acentúa cada vez más”.
Ojea resaltó la inquietud que existe a diario sobre a quién recibe o a quién le envía un rosario el Santo Padre, pero cuestionó esas mezquindades y lamentó que en el país del Papa “se escamotea el pensamiento del Papa”. Y acusó a los que “miran para otro lado” frente a una doctrina y “magisterio social” que en estos años baja desde el Vaticano.