Por Alfredo Silletta. Hay alerta y preocupación en la Casa Rosada. El presidente Mauricio Macri está derrumbado, abatido por la situación económica y la presión que recibe de los poderosos para salir de la crisis financiera que sus mismos amigos produjeron. Quienes lo conocen dicen que fue un martirio haber tenido que sacar del gobierno a Francisco Cabrera, Federico Sturzenegger y Juan José Aranguren. “Eran mis amigos de la vida”, dice un Macri descontrolado.
El presidente esta híper enojado con María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta que lo “obligaron” a realizar cambios para frenar la caída de imagen del gobierno que estaba arrastrando a todos. “Que mierda me hablan de cambios si estos (por Vidal y Larreta) tienen un gabinete de cuarta, no existen y además los mantienen como si nada”, dice un presidente alterado que ordenó que nadie más hable de cambios en su gabinete. Y reitera como un mantra a quien quiera escucharlo que “se fueron mis amigos que eran además mis mejores ministros”. Silencio de los interlocutores que observan a un presidente derrumbado sobre un sillón.
Ante esta difícil situación anímica, Marcos Peña decidió suspender el viaje a Rosario por el Día de la Bandera. “No se como soportaría que lo chiflen”, dijo un alto funcionario que camina la Jefatura de Gabinete.
La crisis del presidente fortificó nuevamente a Peña y los vice Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, quienes nuevamente empiezan a controlar a los ministros. Tanto Dante Sica como Javier Iguacel ya se dieron cuenta que son ministros pero que no hablarán con el presidente: su interlocutor será Quintana y a él deben responder.
Más allá de los cambios de Gabinete, el presidente deberá cumplir con las metas del FMI que implica seis meses brutales de recesión para empezar. Los gobernadores ya fueron informados que, por el acuerdo Stand-By, deberán reducir sus déficit primario que durante este año era de $37.076 millones a $10.664 millones, lo que implica que las provincias sufrirán un recorte de $26.412 millones que, de aceptarse producirá el quiebre de más de una provincia. Los mandatarios, exceptuando Urtubey y Schiaretti, afirmaron que no permitirán que la guillotina pase por sus cuellos en un año electoral.
Este fin de semana, Peña le acercó al presidente algunas encuestas que le “aseguran” que freno su caída y que empezará nuevamente a crecer. No solo eso, también que la ex presidenta, la obsesión de Macri, habría caído uno o dos puntos.
En realidad, nadie le cuenta al presidente que los cortes del servicio de electricidad crece en los barrios de Capital Federal y especialmente en el Gran Buenos Aires. Los vecinos no pueden pagar e incluso se están organizando para sacar a piedrazos a los empleados de las compañías eléctricas que vienen a realizar los cortes. Esta situación puede convertirse en un polvorín que termine con gente muerta o con policías reprimiendo a quienes no pueden abonar las tarifas de luz.
Los intendentes del peronismo vienen señalando que las familias se agolpan en los municipios en búsqueda de algo de comida y que ese pedido aumentó en los últimos tiempos en un 30%. A eso hay que sumarle que, como en el 2001, volvió el trueque donde alguien cambia un jean o un pulóver por comida. Ya lo dijo el fin de semana la Iglesia a través de sus obispos: “escuchen el grito de los pobres”.
El presidente no está angustiado por la situación de hambre y pobreza que sufren los más humildes, se deprimió porque tuvo que echar a “ Pancho (Cabrera), su amigo del alma y a Juanjo, su mejor ministro”.
Un psicólogo por ahí.