Las aguas están divididas: en la Casa Rosada están quienes buscan que, más temprano que tarde, hay que insistir con el proyecto de reforma laboral, pero también están los convencidos de que “no hay ánimos” para forzar la aprobación de esa iniciativa, sobre todo porque en este contexto de ajustes y de constante pérdidas de fuentes de trabajo, la idea choca cada vez más contra la postura del sindicalismo.
“La reforma laboral es un eslogan. ¿Qué quieren reformar? ¿Perjudicar a los trabajadores? No existe una a favor. El Gobierno tiene que resolver y ocuparse de la timba financiera. No hay posibilidad de discutir esta cuestión”, dijo Carlos Acuña, uno de los integrantes del triunvirato de la CGT.
En declaraciones a FM FutuRock, Acuña dejó en claro que sus palabras no son a título personal, teniendo en cuenta que en la central obrera ya hay un consenso mayoritario en cuanto al rechazar la iniciativa con la que el gobierno de Mauricio Macri vuelve periódicamente, y a pesar de que al proyecto original se le hicieron cambios en lo referido a las indemnizaciones, el punto que generó mayor resistencia.
Las cuestiones que más rechazo provocan son, además del cálculo de las indemnizaciones, la posible creación de un fondo de desempleo en determinados sectores, y la rebaja de los aportes patronales a la seguridad social, que ya fue incluida en la reforma tributaria sancionada al cierre de 2017.
Hasta diciembre pasado, la idea del Gobierno era impulsar el proyecto cuanto antes, en línea con el paquete de reformas tributaria, fiscal y previsional sancionado a fines de 2017. Pero las trabas de la oposición y el costo político por los incidentes registrados en los alrededores del Congreso en torno a la Reforma Previsional, también obligaron a posponerla.