Christine Lagarde, la jefa máxima del Fondo Monetario Internacional (FMI), tiene una obsesión con la cuestión jubilatoria. Basta con recordar lo que planteó tiempo atrás, cuando aseguró que “los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía global, hay que hacer algo ya”. El problema es que, a la luz de los resultados, el gobierno de Mauricio Macri tomó al pie de la letra aquella premisa, y más ahora, cuando las durísimas exigencias del organismo internacional justamente apuntan a la necesidad de recortar los haberes, y el aumento de la edad de los jubilados.
En este contexto, en el proyecto de presupuesto 2019 se contempla que “los recursos del Fondo de Garantías de Sujstentabilidad (FGS) del sistema previsional destinados al pago del Programa Nacional de Reparación Histórica para Jubilados y Pensionados, serán registrados como un recurso de capital de la Anses”.
Debido a que ya se agotaron los fondos extraordinarios provenientes del blanqueo de capitales para destinar a esos desembolsos, la idea del gobierno es que parte de los haberes se paguen con recursos del Fondo. Pero como esa caja de los jubilados es un stock de activos y los pagos son un flujo, a medida que se vayan haciendo las liquidaciones, lógicamente el fondo se irá reduciendo.
Precisamente, la utilización del FGS para atender gastos corrientes del régimen previsional es una condición establecida en el acuerdo con el Fondo. En el memorándum se precisa que el Gobierno va “a amortizar activos de los fondos de pensión… como un medio para ayudar a financiar el pago de jubilaciones”, a un ritmo anual equivalente al 0,4 %del PIB. Traduciéndolo, la rifa de activos de los jubilados sumaría entonces $ 73.661 millones el año próximo.
Y a pesar de que la economía argentina no reúne las características de las economías maduras respecto a la velocidad del ciclo de envejecimiento, tal como ocurre en Europa, el FMI presiona, con el aval del gobierno de Macri, sobre el sistema jubilatorio.
Por un lado, ya se cambió la fórmula de movilidad para que aumenten menos las jubilaciones. Y para el futuro cercano se contempla disminuir la tasa de sustitución (la relación del último salario del trabajador con el haber inicial) del actual 72 al 60 %, lo que implicaría jubilaciones más bajas. Y por último, subir gradualmente la edad de retiro de las mujeres de 60 a 65 años en los próximos diez años.
De todas maneras, ahí no termina todo, porque el objetivo final apunta a una reforma integral que incluya la privatización parcial del sistema previsional.