Por Eduardo D’Argenio. Mauricio Macri ya viene avisando que si el dólar vuelve a dispararse a los niveles de lo que ocurrió esta semana, no le temblará el pulso para hacer cambios en el gabinete. Un importante empresario con llegada al presidente, lo demolió con su argumento: “Mauricio no te entiendo. ¿Me decís que vas a cambiar el equipo cuando falten cinco minutos para que termine el partido y estés perdiendo cuatro a cero? Tenés que hacerlo ahora, que te queda un tiempo y estas dos a cero. Me extraña, pensé que sabías de fútbol”.
Esa sola imagen desnuda cruelmente la desorientación en la que está envuelto un Macri cada vez más desbordado por la situación, mientras que, como un boxeador que ya se quedó sin reflejos después de tantos golpes certeros recibidos, espera en su rincón aquel nocaut que inevitablemente llegará más temprano que tarde.
Es que a la luz de lo que viene pasando en las últimas semanas, está claro que la candidatura de Macri suma rechazos desde el mismísimo riñón de Cambiemos, y ya prácticamente nadie de su entorno sale a defender públicamente ese rol que le queda cada vez más grande.
Y entre quienes forman parte de su ‘mesa chica’, empiezan a percibir que la insistencia del presidente por buscar la reelección, a esta altura es más un capricho que un deseo. Por eso mismo, le vienen advirtiendo que esa postura le genera un creciente deterioro de autoridad. Es más, él mismo es consciente de que su palabra no sólo no resulta creíble, sino que sufre un deterioro que lo condiciona negativamente.
Por eso mismo, y mientras en su equipo económico no dejan de pensar en la advertencia que lanzó recientemente, en cuanto a que la posibilidad de ser reelecto está atada al valor del dólar, surge la pregunta inevitable: ¿a qué nivel debería llegar la devaluación de la moneda estadounidense para que finalmente Macri termine dando un paso al costado?
Mientras tanto, desde el llamado “círculo rojo” insisten en que la última carta para evitar un regreso de Cristina Kirchner al poder es una candidatura presidencial de María Eugenia Vidal, que incluya un profundo y verdadero cambio en la estructura de la alianza gobernante.
Sin embargo, la gobernadora bonaerense viene reiterando –aunque cada vez más con menos entusiasmo- que ella irá por la reelección en la provincia, a pesar de saber que si va atada a Macri, la derrota está a la vuelta de la esquina, teniendo en cuenta que el presidente bajó a a un dígito la intención de voto en el sur del Conurbano, allí donde CFK registra sus mejores números. En otras palabras, peor no podría ser el escenario para el futuro inmediato de Cambiemos.
Quedan sólo ocho semanas para la definición de las candidaturas, en un contexto que se deteriora día tras día, con todos los indicadores en rojo y una inflación que no le regala ni un mes de tregua al Gobierno. Y por más vueltas que le den, y por más Marcos Peña que intente defender lo indefendible, hasta los más fanáticos de la reelección de Macri están terminando de convencerse de que no llega…
Dicho de otra manera, y más allá de lo que termine haciendo el presidente, surge una certeza que se clava como un puñal en el corazón de Cambiemos: el rotundo fracaso de un experimento que justamente encabezó el hombre que lo está empujando a su fin.
1 comentario
Desde su discurso histérico el 1 de marzo en el Congreso, pasando por el otro discurso histérico del “estoy caliente” tuve la impresión de que más que el llegar a perder con Cristina le preocupa el que no le permitan ni siquiera ser candidato.
Es posible que se haya creído de verdad que iba a pasar a la historia como un gran presidente que sacó la Argentina adelante terminando con el “nefasto populismo”.
Quizá pase después de todo a la historia pero por motivos bien distintos.
Y esa gran parte de la clase media que lo votó y lo sigue prefiriendo a la “yegua” ¿cuándo aprenderá de una vez que para que la clase media esté bien tienen que estar bien los menos privilegiados?
No es tan difícil de comprender, si ellos no tienen para gastar no hay empresa que funcione y el país se hunde.