En algún momento, la angustia y la incertidumbre invadieron los despachos en la Casa Rosada. Es que más allá de las ‘roscas’ a las que están tan habituados los radicales, parecía que podía llegar a naufragar la posibilidad de que la UCR siguiera como furgón de cola de Cambiemos, pero, tal como era de esperarse, la sangre no llegó al río, y más allá de algunos amagues rupturistas, el centenario partido confirmó su pertenencia a la alianza gobernante.
A través de un documento que significó algo así como fumar la pipa de la paz en el seno de la Convención Nacional partidaria que se reunió en el predio de Parque Norte, se reclamó la eventual “ampliación” y “mejoramiento”, sin sacar los pies del plato.
En tal sentido, el número 1 del radicalismo, el gobernador mendocino Alfredo Cornejo, aceptó suavizar el duro documento que hablaba de promover “una nueva coalición de gobierno”, en una negociación de fin de semana con el vicegobernador bonaerense, Daniel Salvador, que representa al ala más cercana a la Casa Rosada y exigía que las decisiones partan de una ratificación lisa y llana a Cambiemos.
También participaron de las decisiones el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, cercano a las posturas de Cornejo, y su colega de Corrientes, Gustavo Valdés, que juega con Salvador.
Finalmente, el título del texto consensuado fue “Hacia una coalición de gobierno para construir una Argentina sana y previsible”, en un claro mensaje dirigido al macrismo, con el objetivo de condicionar futuros los acuerdos electorales a que se le de más espacio de decisión a la UCR, y también para que Cambiemos vaya más allá de su funcionamiento como mera coalición parlamentaria. Al respecto, se hace un llamamiento para “procurar su reformulación, ampliación, fortalecimiento, mejora e institucionalización”.
En tanto, se da mandato a una Comisión de Acción Política (CAP) para que negocie una lista única para las presidenciales “o en su defecto” concurrir a primarias, aunque sin dar preferencias por la segunda vía que reclamaba un amplio sector partidario.
Enterados del consenso al que se arribó, en el Gobierno respiraron aliviados, ya que el sector más rebelde de los radicales, que comandan Ricardo Alfonsín, Federico Storani y Juan Manuel Casella, quedó en minoría y por lo tanto fuera del acuerdo.
Desde ese sector mantienen su propuesta de llevar al radicalismo a ser eje de “un nuevo frente electoral”, al que pretenden sumar a Roberto Lavagna y ungirlo como candidato presidencial, mientras no son pocos los que alientan la expectativa de colar un hombre del partido en el binomio de Macri, en ir a las PASO contra el presidente, e incluso no descartan la alternativa de que el PRO acceda al “Plan V”, o sea, ubicar arriba de la fórmula presidencial a María Eugenia Vidal, acompañada por un radical.
El enucentro de esta tarde arrancó con algunos cruces entre militantes y dirigentes. En la previa, el diputado nacional Mario Negri protagonizó un momento de tensión, en el que hasta amagó con enfrentarse a un grupo de manifestantes que lo insultaban por promover la continuidad dentro de Cambiemos.
“¡Negri traidor!” y “¡Negri renunciá!”, gritaba un grupo de personas apostadas en el ingreso de Parque Norte, donde más tarde se realizó la convención.
Aunque inicialmente el referente cordobés desestimó esos pronunciamientos, la tensión de la situación fue tal que el legislador intentó enfrentarse con uno de sus detractores, y hasta tuvo que ser contenido por personas que lo acompañaban.