El presidente Mauricio Macri sabe que sólo “un milagro” lo puede salvar de una derrota segura el próximo 27 de octubre frente a Alberto Fernández, de allí que decidió ir a la Fiesta del Milagro que se realiza todos los años en Salta y que reune a unas 800.000 personas.
Horas ante de su llegada sacerdotes y feligreses le pidieron que suspenda el viaje, que no será bienvenido. El presbítero salteño Raúl Méndez, muy cercano al obispo, publicó una carta muy dura donde indica que la presencia del presidente “será una provocación” y que no tiene sentido “empañar la fiesta de los salteños”. El sacerdote señaló que “es oficial el anuncio de que Macri pretende venir para la Misa del día 15 de septiembre. Junto con otros miembros del clero manifiesto mi oposición a tan inoportuna visita. En estas circunstancias su presencia será una provocación, que provocará la lógica reacción”. Y terminó afirmando que “no tiene sentido venir a empañar la fiesta de los salteños. Lo más razonable es que suspenda semejante previsión y nos deje tranquilos. Más bien que se ocupe de resolver los graves problemas en que embarcó al país”.
Ante el escándalo, el arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, intento poner paños frios y le curso una invitación formal al presidente: “Su presencia nos honraría, por eso me atrevo a invitarlo”, dice la breve misiva protocolar.
No sólo lo rechaza la Iglesia, el gobenador Juan Manuel Urtubey, candidato a vicepresidente de Consenso Federal junto a Roberto Lavagna, ya aviso que no “tendra tiempo” para recibirlo.