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24 abril, 2024
OPINIÓN

Los Dos Papas, un duelo entre dos mundos

Por Julio Fernández Baraibar. Acabo de ver Los Dos Papas. Es una muy buena película. Pero partamos de que es una película. Es decir, no es un documental, un ensayo o un libro de historia, sino una obra de ficción.

Antes que nada y desde una perspectiva exclusivamente artística es una especie de desafío actoral entre dos enormes intérpretes, como son Anthony Hopkins y Jonathan Pryce.

La película podría ser tranquilamente una obra teatral, un duelo ideológico, humano y religioso entre dos personalidades muy distintas, entre dos figuras que representan dos visiones del mundo, una europea y la otra latinoamericana.

¿Hay inexactitudes históricas? Sí, varias. Pero, personalmente, creo que no inciden en el balance claramente positivo que el filme genera en un espectador argentino.

La trascendencia política y religiosa de nuestro compatriota Jorge Bergoglio, el papel que ha decidido jugar en el mundo contemporáneo y la crisis en que se encontraba -y quizás aún se encuentra- la Iglesia están claramente descriptas en la película que está dirigida al gran público.

Es una película obviamente apologética y está bien que así lo sea. El director Fernando Meirelles, un brasileño, es decir, un hombre del país que contribuyó decididamente a poner al padre Jorge en el sillón de San Pedro, ha logrado un excelente filme, bello, con diálogos notables por su agudeza, inteligencia y sentido del humor y donde, obviamente, las bellezas de Roma y del Vaticano dan grandiosidad al drama histórico que ahí se desarrolla.

Y, para terminar, es una película para que lo argentinos nos sintamos orgullosos, cosa que en general es bastante fácil, pero que con los huracanes que ha desatado el padre Jorge se ha dificultado.

“Que Dios les perdone lo que acaban de hacer” dice el cardenal en el momento en que el Colegio Cardenalicio lo unge obispo de Roma. Que Dios nos perdone a los argentinos por no dimensionar la trascendencia de este compatriota, dice este redomado no creyente.

Buenos Aires 26 de diciembre de 2019

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1 comentario

Hugo 29 diciembre, 2019 at 7:02 pm

El punto oscuro, y que se refleja tenuemente en la película, es la actuación de Bergoglio durante la última dictadura. Hay versiones distintas y hasta contrapuestas, así que es muy difícil saber cual es la verdad. Lo seguro es que Bergoglio no era un Angelelli ni un Hesayne. Pero tampoco era un Monseñor Plaza.

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