El presidente Alberto Fernández recibió a representantes del “Grupo de Curas en Opción por los Pobres” en la Residencia de Olivos. Conversaron sobre la situación en los barrios carenciados del conurbano bonaerense y la puesta a disposición de las parroquias en el marco del aislamiento social preventivo obligatorio dispuesto como medida de prevención de propagación del COVID-19.
Participaron del encuentro el misionero religioso Daniel Echeverría, de La Matanza; el padre Paco Olivera de Merlo – Moreno; el diácono Ricardo Carrizo, de Quilmes y los padres Eduardo de la Serna e Ignacio Blanco, ambos sacerdotes de Quilmes.
También estuvieron presentes en la reunión los diputados nacionales Máximo Kirchner y Eduardo Valdés.
La bendición del Papa. Ayer, el Papa Francisco cumplió un gesto histórico al impartir bendición y pedir por unión del mundo entero para combatir la pandemia que lo azota. “Señor, no nos abandones”, suplicó el papa al hablar de una “tormenta inesperada y furiosa”. “Una tempestad que desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades”, exclamó.
La bendición mundial permite a los más de 1.300 millones de católicos obtener la indulgencia plenaria, es decir, el perdón de sus pecados, en un momento tan difícil, con medidas de confinamiento que afectan a más de 3.000 millones de personas.
La imagen del jefe de la Iglesia católica que reza solo ante la inmensa explanada por el fin de la guerra contra un enemigo invisible que ha causado más de 25.000 muertes hasta ahora, resultaba casi cinematográfica.
Ante el dramático momento que vive la humanidad, el papa Francisco decidió dar una bendición extraordinaria, la misma que los pontífices suelen impartir sólo el 25 de diciembre y el Domingo de Pascua, fechas en que se recuerda el nacimiento y la muerte de Jesús.
“Se trata de un evento extraordinario presidido por el papa, en un momento particular, cuando el mundo cae de rodillas por la pandemia”, explicó en una nota el Vaticano.
Como lo ha hecho en varias ocasiones desde que se desató hace cinco semanas la epidemia de coronavirus en Europa, que golpea con particular fuerza a Italia y España, el papa Francisco elogió el sacrificio de “tantos que comprendieron que nadie se salva solo”.
Francisco enumeró entre ellos a “médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos, pero tantos otros”.
La bendición papal desde el atrio de San Pedro fue particularmente seguida en América Latina, el continente donde reside el mayor número de católicos y tierra del pontífice Francisco, nacido en Argentina.
Luego añadió que es el momento “para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”.
El papa argentino suele mencionar cada mañana la pandemia del coronavirus antes de celebrar la misa matutina privada que desde la crisis es transmitida en directo desde la pequeña capilla de su residencia en la Casa Santa Marta, donde vive dentro del Vaticano. El crucifijo fue trasladado a la plaza de San Pedro para la bendición del viernes.