Una vez que termine de escuchar la opinión de infectólogos y epidemiólogos, Alberto Fernández pondrá las cartas sobre la mesa y ahí sí, después de analizar los efectos que tendría la ampliación de la cuarentena total hasta el 13 de abril, anunciaría esa decisión que, a diferencia de la primera etapa del aislamiento obligatorio, se basaría en un confinamiento parcial.
De todas maneras, el objetivo seguirá siendo que no haya dictado de clases presenciales de ningún tipo, con la premisa de evitar reuniones y, sobre todo, cuidar a los grupos de riesgo más alto (mayores y con enfermedades previas).
Esta mañana, el ministro de Salud, Ginés González García, confirmó en declaraciones radiales que se implementaría un esquema de confinamiento parcial: “Estamos pensando qué áreas del funcionamiento de la sociedad pueden ir empezando a desarrollar algún tipo de actividad”.
De esta manera, busca repetir el esquema que se aplicó cuando el Gobierno anunció el “aislamiento social obligatorio” hasta el próximo martes, especialmente cuando en los últimos días se multiplicaron las voces que advierten sobre los efectos económicos negativos que acarrea la medida.
Uno de los problemas con una infección que toma entre 8 y 14 días para generar síntomas (más uno o dos días de análisis) es que la foto que muestran los funcionarios del Ministerio de Salud tiene unas dos semanas de atraso. Por eso, los primeros efectos del aislamiento obligatorio se empezarán a ver los primeros días de abril.
Mientras tanto, el presidente está conforme con el cumplimiento del aislamiento social, ya que se calcula que está en el orden del 94 %.
Desde hace semanas, la Casa Rosada maneja tres escenarios respecto de la propagación del coronavirus: uno optimista, otro medianamente optimista y el restante, pesimista. Por los datos disponibles hasta ahora (en una situación cambiante y novedosa), Argentina transita entre el optimista y el medianamente optimista.
Los principales focos de atención y acción estatal son los conurbanos. Sin lugar a dudas, el bonaerense, el más importante. Pero también se miran con atención los de Rosario, Córdoba y San Miguel de Tucumán.
La postura de Fernández es que el aislamiento debe seguir criterios diferentes en los barrios más humildes y las villas, comparado con quienes viven en zonas de clase media. En tal sentido, asume que es necesario promover una “cuarentena de barrio”, porque es imposible confinar a la gente dentro de sus casas, que no disponen de comodidades mínimas.
Por lo tanto, para esos sectores la consigna deja de ser “no salgas de tu casa” para convertirse en “no salgas de tu barrio”.
Al mismo tiempo, desde el Gobierno analizan cómo empezar a reanudar, de la manera menos traumática posible, la actividad económica de pequeños comerciantes y profesionales que atienden en consultorios chicos. La mirada está puesta en que no se queden sin ingresos, pero a condición de que no crezcan mucho el tráfico o la presencia de peatones en las calles.
En esa dirección, Fernández le encomendó a Máximo Kirchner el diálogo con los intendentes del Conurbano, con el objetivo de monitorear, organizarse y articular todas las medidas necesarias que sigan permitiendo contener el avance de la pandemia en esa región.