Por Julio Fernández Baraibar. No pensaba publicar esto que pongo a continuación. Lo escribí tan solo como respuesta a un interrogante de un compañero y luego se lo envié a algunos amigos de suma confianza. Pero la lluvia de posteos críticos y sin contextualización alguna, el voluntarismo ahistórico que en muchos de ellos se expresa y la dificilísima situación política que atraviesa al país, al continente y al mundo entero me han generado la necesidad de darlo a conocer públicamente. Pretendo tan solo, desde la humildad de un militante de larga experiencia, muchas cicatrices y machucones y un prontuario que me enorgullece, poner un poco de luz, prudencia y algo de sabiduría política en el debate, para que otra vez el árbol no nos impida ver el bosque.
Mi opinión es que el país y la sociedad argentina se encuentran en un grado de debilidad inédito, en el medio del mayor zafarrancho mundial después de la 2° Guerra. Con una potencia declinante en nuestro continente y con nuevos centros de poder mundial. Alberto Fernández es la expresión exacta de esa relación de fuerzas sociales que impera en la Argentina. Eso fue lo que, luminosamente, entendió Cristina y por eso ganó las elecciones.
El país no ha solucionado su situación con el FMI, llegó o está por llegar una comisión a esos efectos, todo el establishment está retobado, con un país, en medio de la pandemia, que aún no ha salido de la posibilidad del colapso del sistema de salud. El gobierno está integrado por distintos sectores que, hace tan solo un par de años, se agarraban de las mechas, es decir, no tiene una total unidad de concepción y esto forma parte de la realidad, es al ñudo putear por eso.
Yo no tengo temores por un golpe o cosa por el estilo. Creo que lo que se está peleando es quien sale en punta de la pandemia, si el gobierno popular, repito popular, o el establishment financiero.
Toda la política exterior del gobierno está dirigida a facilitar la negociación con el FMI, una vez realizado el acuerdo con los acreedores privados. Y en eso no tenemos mucho margen de juego. Sin un franco apoyo de los EE.UU. en esa negociación, va a ser imposible llegar al tipo de acuerdo que el país necesita, descartada, obviamente, la posibilidad de un default o cosa por el estilo.
En ese marco, rodeado de países con gobiernos, en algunos casos abiertamente hostiles y, en otros, de signo político opuesto, Argentina no tiene mucho margen. Y el tema de los DDHH es un tema que ha sido central en la política argentina desde 1983. No es el caso de México, cuyo eje es otro. Así es como llegamos a la votación de ayer.
¿Me gusta? No, no me gusta y así lo hemos comunicado en el Instituto Independencia.
¿Se convierte en un casus bellis con el gobierno? De ninguna manera. Este gobierno es la única alternativa posible, real, existente, a la dictadura democrática del capital financiero que vivimos los últimos cuatro años.
Esto es, en apretada síntesis, lo que pienso sobre todo esto.
*Texto publicado en su muro de Facebook