“¿Por qué deberíamos cambiar? ¿Cuál es el reclamo?”, fueron dos de las lógicas preguntas que después de la marcha del lunes pasado se formulan cerca de Alberto Fernández, a propósito de la presión que ejercen de manera burda los medios hegemónicos de la mano de referentes del macrismo, para que el Gobierno cambie la orientación de sus políticas en favor de los sectores de poder.
Así, envalentonados por lo que esos espacios muestran como “multitudinarias manifestaciones” en contra de la gestión del Frente de Todos, tienen el tupé de plantear que el Gobierno “debe escuchar la voz de la sociedad”.
Sin embargo, y tal como queda evidenciado marcha tras marcha, la gran mayoría de quienes forman parte de estas protestas están movidos por el odio que los enceguece, y que los lleva a gritar, insultar y oponerse a todo lo que diga y haga este gobierno.
Y como resultado de tanta irracionalidad, se viene registrando una absurda mescolanza de consignas difusas, que van desde el apoyo al policía Luis Chocobar, el pedido del fin de la cuarentena, el No a Venezuela, el respaldo a los jueces trasladados a dedo por el macrismo o al presidente de la Corte, Carlos Rosenkranz, hasta el reclamo de cárcel para Cristina Kirchner, el fin del cepo al dólar y la advertencia de que la República está en peligro…
Por lo tanto, la respuesta obvia del Gobierno a tanto delirio y odio, es que “no tiene por qué haber cambios” en los lineamientos de una administración que todavía no cumplió un año, y que le tocó hacer frente a la tremenda herencia recibida del macrismo, y una pandemia que afecta a todo el mundo.
Para que no queden dudas, se reafirma que la relación con la oposición, especialmente con Juntos por el Cambio, seguirá como hasta ahora, cerca de “los que gobiernan” y lejos de los sectores de la “línea dura”, en la que incluyen al ex presidente Mauricio Macri y a la titular del PRO, Patricia Bullrich, una de las caras visibles a la hora de “promover la irracionalidad” en la calle.
Mientras, desde la Casa Rosada relativizaban la masividad de la manifestación, la séptima contra el Gobierno en lo que va de su mandato. Y de manera irónica destacan que “no está claro si son los mismos de siempre o no”, y que “así cumplen con la cuota mensual de marchas, que se cumple a rajatabla a pesar de que dicen que son espontáneas”.
Además, ponen el énfasis en que la protesta “fue fogoneada por los principales dirigentes de Juntos por el Cambio”, aunque fuera de micrófono los funcionarios rescatan a los gobernadores e intendentes de ese espacio que no convocaron a manifestarse. “Lo que pudo haber sido espontáneo está desvirtuado”, coincidió otro vocero del oficialismo.
“Quienes auspician protestas sin ninguna consigna clara, inespecíficas, frente a las residencias del presidente y la vicepresidenta [Cristina Kirchner], aunque invoquen el nombre de la República, lo que hacen, en realidad, es convocar a desestabilizar la democracia”, afirmó la ministra de Hábitat, María Eugenia Bielsa. “No vamos a permitir que los que nos dejaron un país quebrado nos expliquen cómo vamos a salir de esta crisis”, agregó su par de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, en referencia directa a la aparición televisiva de Macri.