A un año de la asunción del Frente de Todos al gobierno luego del histórico triunfo en las urnas, desde la oposición salieron con un vergonzoso comunicado cuestionando todas las medidas del gobierno, bajo el título de “Un año de falsas promesas”.
Lo más importante es que lo firmaron los cuatro principales dirigentes de Juntos por el Cambio: Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich, dejando en claro que son lo mismo, más allá que los medios hegemónicos nos quieran engatusar que hay diferencia entre “duros” y “moderados”.
Para Juntos por el Cambio, el Frente de Todos ocupa el gobierno pero no sabe para qué y en su feroz critica no reconocen que el país y el mundo vivieron una pandemia. Para el macrismo, el gobierno ataca la independencia judicial, negando que fueron ellos quienes nombraron a dos miembros de la Corte por decreto y metieron presos a funcionarios kirchneristas con jueces serviles, sin olvidarnos del más feroz espionaje ilegal que vivió la democracia.
En otro tramo afirman que la pobreza creció en el país, sin reconocer que ellos dejaron una pobreza altísima, con el 54% de inflación y un país endeudado en casi 100 mil millones de dólares, olvidándose otra vez de la pandemia que destruyó la economía mundial. Para colmo, afirman en una burda mentira que el gobierno “liberó” presos comunes y corruptos.
El comunicado completo:
El 10 de diciembre, el Gobierno encabezado por el Presidente Alberto Fernández cumple un año. Así como al inicio del mandato apoyamos la renegociación de la deuda, entendiendo que la oposición es igualmente responsable de defender los intereses de los argentinos hoy alertamos sobre una serie de retrocesos evidentes para el país.
El balance arroja la clara ausencia de un plan de gobierno.
Los argentinos no esperábamos la pandemia, porque desde el oficialismo decían que no llegaría, que era menos grave que una gripe. Pero de golpe la teníamos encima, nos ordenaron una cuarentena enorme, rígida, un estado de pánico al enemigo invisible.
El miedo produjo angustia a la gente. Allí falló y faltó planificación del gobierno. Los argentinos la pasaron mal, preocupados por sus trabajos, la educación de sus hijos, su vida personal.
El COVID-19 no justifica situaciones de vulneración de derechos, que separaron a familias durante meses, impidieron despedir a seres queridos o privaron de atención médica a muchas personas. La imagen de Abigail en brazos de su padre visibiliza el dolor que atravesaron miles de argentinos.
En ningún momento todo esto fue inquietud del oficialismo.
Esa falta de un rumbo también afecto a los sectores productivos y la comunidad internacional: no hay metas incumplidas, sencillamente porque no hay metas. El deterioro institucional del sistema republicano, los graves ataques contra la propiedad privada y el retroceso en seguridad y lucha contra las mafias aumentan la incertidumbre sobre las condiciones para el desarrollo.
El Gobierno enfrentó la pandemia con una prolongación indefinida de la cuarentena, apostó al encierro de la sociedad y los resultados fueron desastrosos en materia sanitaria y económica, con el cierre de comercios, micropymes, pérdida de empleos y un pasivo educativo inestimable.
Ahora el Gobierno reitera prácticas del pasado, látigo y chequera para disciplinar y desfinanciar provincias que gobernadas por signos diferentes al oficialismo, poniendo en jaque el federalismo. Igualmente, busca cambiar las reglas electorales a meses de las elecciones legislativas.
Finalmente, asistimos a una pérdida evidente del protagonismo que había alcanzado la Argentina en los principales foros internacionales, producto de una política exterior improvisada y de posiciones inconsistentes.
-Avasallamiento de las instituciones. La reforma judicial, la modificación de mayorías calificadas para designar un Procurador afín y los traslados solo buscan la impunidad. Ahora, el Gobierno quiere cambiar el sistema electoral para dejar sin efecto las PASO al compás de los intereses del oficialismo: cambiar las reglas electorales sin consenso genera desconfianza y altera la equidad de la competencia política.
-Inseguridad jurídica y violación de la propiedad privada. La embestida comenzó con la expropiación de Vicentín, que frustraron miles de argentinos que se movilizaron. La inacción del Estado y la complicidad de algunos funcionarios permitió la ocupación ilegal de tierras privadas, desde el Lago Mascardi hasta la toma de Guernica. El Estado debe desarrollar una política que garantice el derecho a la vivienda sin violar la propiedad privada: la respuesta nunca puede ser la violencia.
-Medidas y un entorno macroeconómico que desincentivan la inversión. La Ley del Conocimiento, la ley de teletrabajo, la desconexión con rutas aéreas internacionales y los impuestos desmedidos provocaron la huida de empresas (Falabella, Walmart, Sodimac, Brighstar, Danone, Glovo, Latam, Emirates, Air New Zeland, Qatar Airways, Norwegian, BASF, Axalta, Nike) y la pérdida de miles de puestos de trabajo genuino. Además, la eliminación de la ATP perjudica todavía más a las empresas y la producción. La combinación de estas medidas quiebra la posibilidad de una recuperación basada en la inversión privada y la producción.
-Una situación social alarmante. Mientras la pobreza afecta al 64% de los niños, niñas y adolescentes, y al 70% de los adultos mayores, el Gobierno decidió ajustar a los jubilados y eliminar el IFE, afectando a los más vulnerables.
-Un año sin clases presenciales. A pesar del incansable esfuerzo de los docentes para sostener la enseñanza virtual, la incapacidad del gobierno de trazar un plan para volver a la presencialidad causó que millones de estudiantes perdieran casi un año.
-Inseguridad y retroceso en la lucha contra las mafias. Con apego absoluto a la ley, en 2016-2019 defendimos a la sociedad de los delincuentes y apoyamos a quienes estaban dispuestos a dar sus vidas. En medio de la pandemia, el Gobierno acompañó la liberación de presos comunes y corruptos, medidas que minan las bases mínimas de convivencia de la sociedad. Las barras bravas recuperaron sus estructuras de negocios, invadieron la Casa Rosada y pusieron en jaque el duelo nacional de Diego Maradona, un ídolo popular que está en el corazón y sentimiento de todos los argentinos, y la propia seguridad presidencial.
-Política exterior improvisada e inconsistente. La política exterior exhibe serias falencias en los vínculos con el Mercosur y el resto del mundo. El traspié tras el primer diálogo con el presidente electo de los Estados Unidos y la falta de una postura clara frente a la violación de los derechos humanos en Venezuela lo demuestran. Las potencias medianas como la Argentina hoy necesitan coordinar posiciones con sus vecinos en desafíos globales como el cambio climático, las crisis sanitarias, el terrorismo, la ciberseguridad y la creciente rivalidad de potencias en el escenario internacional.
En medio de la pandemia, el Gobierno divide en lugar de unir a los argentinos. Necesitamos una amplia convocatoria para enfrentar los desafíos, con una hoja de ruta. Cuando el Gobierno lo decida, desde Juntos por el Cambio estaremos. La prioridad es el país, no hay margen para el “paso a paso y después vemos”.
Necesitamos recuperar una visión que oriente las opciones de progreso y movilidad social que fundaron las aspiraciones de varias generaciones de argentinos y argentinas. Un país donde el Estado garantice la igualdad de oportunidades para que el esfuerzo y el mérito tengan sentido.