Alberto Fernández ultima los detalles de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que habilitaría la llegada de vacunas contra el coronavirus desde Estados Unidos, lo que implicaría el arribo de dosis de los laboratorios de Pfizer, Moderna y Janssen, que fabrica la Johnson & Johnson.
La norma que firmará el presidente, adecuaría los párrafos de la Ley de Vacunas objetados por el laboratorio estadounidense Pfizer, los mismos que “trabaron” las negociaciones con la farmacéutica para la adquisición de dosis.
Con esta acción, se habilitaría la compra del antídoto de Pfizer y, también, la posible adquisición de otros de los fármacos desarrollados en Estados Unidos, como el de Moderna y el de Johnson & Johnson.
La idea del jefe de Estado sería terminar de revisar el texto de modificación en las próximas horas, y oficializarlo mañana con su publicación en el Boletín Oficial.
Días atrás, durante su gira por Estados Unidos, Sergio Massa manifestó en diálogo con la prensa que las tratativas para avanzar en la firma de contratos con los laboratorios estadounidenses estaban “bien encaminadas”.
“En el tema vacunas hay que usar la inteligencia para que las dificultades que pueda sentir algún proveedor de vacunas en el marco normativo se resuelvan gracias a los que tenemos la responsabilidad de hacer”, agregó el presidente de la Cámara de Diputados.
Además de la compra de vacunas, la firma del decreto le permitiría al país destrabar las negociaciones con el gobierno de Estados Unidos para que lleguen las donaciones de dosis que el mandatario de ese país, Joe Biden, implementó tras su llegada a la Casa Blanca.
Por su parte, hoy Raúl Kollmann en Página/12 explica los tres puntos que explican las tres razones por las que el Gobierno destrabará las cuestiones que impedían la llegada de las vacunas estadounidenses al país.
Al respecto, explica que Washington decidió donar 80 millones de dosis a distintos países. Una parte -serían tres millones- tendrían como destino la Argentina. Pero son vacunas norteamericanas con las que no se formalizó ningún contrato todavía: Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson. Lo que se busca es terminar con el argumento de que la Argentina obstaculizó una donación de vacunas de Estados Unidos.
La segunda razón tiene que ver con la aplicación pediátrica de la vacuna Pfizer, la que más se instaló internacionalmente para aplicarse en menores. Sin embargo, también aquí pesa la política. Sinopharm, que se aplica a menores en China, es casi seguro que estará aprobada en un mes también en la Argentina. De manera que el país dispondrá de millones de dosis para los chicos entre 3 y 18 años, que de todas maneras recién serán vacunados en agosto o septiembre, después de todos los mayores, que son los de riesgo. Hay una franja, los menores con comorbilidades, que -según los especialistas, sería bueno que se vacunen con Pfizer. Son unos 300.000.
La tercera razón es sólo política: terminar con el debate con la oposición que siempre le hace de coro a las posturas de Washington. Es público y notorio que no hay una cuestión ideológica porque la Argentina hoy aplica masivamente la vacuna de Oxford-AstraZeneca, que es de origen británico. Pero la oposición ha enarbolado la bandera de Pfizer y la idea es terminar con esa controversia.