Después de haber permanecido un mes y medio en Europa y de cumplir con el aislamiento sanitario obligatorio, Mauricio Macri provocó una nueva tormenta puertas adentro de su espacio, a partir de lo que fue su reaparición pública en una entrevista por TV con su amigo Joaquín Morales Solá: su defensa a lo que fue el brutal endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) le vino como anillo al dedo al oficialismo, mientras crecieron las resistencias internas que genera su figura, a la que le atribuyen, en gran parte, el fracaso electoral del 2019.
En esa entrevista, el ex presidente buscó “desinstalar” lo que él cree es la “mentira fundacional” del Frente de Todos, y tiene que ver con el endeudamiento con el Fondo que su Gobierno llevó adelante en 2018 después de que estallara la burbuja financiera, y la Argentina se quedara sin financiamiento internacional para sostener la fuga de capitales de su gestión.
“La primera mentira fundamental que hoy baten es el crédito del FMI. Los que dicen que se fugaron la plata y se la llevaron los amigos de Macri, la deuda es la misma. No es que debemos 50 mil millones más. Porque bajamos el déficit. La deuda externa que recibió el Gobierno actual es la misma que la que recibí yo el 10 de diciembre de 2015”, mintió descaradamente.
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— Salieri de Nik (@Herezeq) August 17, 2021
Así, el mecanismo por el cual el macrismo suele querer escaparle a la acusación de endeudadores irresponsables, es sostener que se “endeudó para pagar deuda anterior”, con lo cual el resultado sería neutro. Lo cual es absolutamente falso.
Según un relevamiento de Chequeado, en base a los datos de la Secretaría de Finanzas de la Nación, en septiembre de 2015 el país tenía una deuda pública bruta (es decir que se contabilizan los acreedores privados, el sector público y los organismos internacionales) de 240 mil millones de dólares. En diciembre de 2019, es decir cuando Macri le entregó el poder a Alberto Fernández, el endeudamiento de la Argentina ascendía a 323 mil millones de dólares, por lo que, en total, la diferencia es de 83 mil millones con respecto a la deuda que recibió al momento de asumir la presidencia.
Por otra parte, los registros del Banco Central precisan que la fuga de capitales que se registró entre 2015 y 2015 fue de 86 mil millones de dólares. Más de la mitad de ese monto se concentró en el uno por ciento de los actores del mercado.
Macri también procuró “lavar la imagen” del Fondo y aseguró que el endeudamiento se debió a que “las cosas iban bien”. “El FMI no es un banco comercial. Creían en el rumbo que habíamos tomado, por algo nos dieron la presidencia del G20; no de este rejunte que es el Grupo de Puebla”, aseguró de forma peyorativa durante la charla por TN.
En la última reunión virtual de la mesa de Juntos por el Cambio, Macri intentó imponer sin éxito su postura como tema de debate electoral, pero no logró quórum, porque saben que eso va en contra de los esfuerzos del espacio opositor de instalar otros temas en agenda. Y, de hecho, va de la mano con la estrategia del oficialismo.
Justamente, en su desesperación por sumar votos, el ex presidente fue atrapado por la estrategia del Frente de Todos: hablar de la deuda multimillonaria que tomó, durante su gestión, con el FMI, acuerdo que defendió pero que sus candidatos no quieren abordar durante la carrera hacia las urnas.
Mientras los candidatos cambiemitas hicieron malabares para no hablar del endeudamiento, concentrados en la economía cotidiana y la necesidad de debatir el presente y el futuro, sin mirar para atrás, la vuelta de Macri le terminó sirviendo al oficialismo. No sólo le dio cuerpo al contrincante número uno, a la figura antagónica del Frente de Todos, sino que también se metió de lleno en el debate y defendió el acuerdo.
En definitiva, tanto los equipos de campaña de la Ciudad y como de la Provincia, coinciden en la necesidad de esquivar lo más posible el tema.
El endeudamiento de los cuatro años de Macri, en cambio, es parte de los temas que el oficialismo busca instalar en el debate de esta campaña.