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25 noviembre, 2024
PAÍS

La masacre en la escuela de Texas es una trágica muestra para quienes alientan el uso de armas

“El que quiera estar armado, que ande armado; el que no quiera estar armado, que no ande armado. La Argentina es un país libre”. Fue allá, por noviembre de 2018, cuando la entonces ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, lanzó esta lamentable e irresponsable proclama, amparándose en que “la Argentina es un país libre”.

Estas siniestras palabras por parte de alguien que aspira llegar a la presidencia, adquirieron una luctuosa actualidad por estas horas, a raíz del ataque por parte de un joven de 18 años en una escuela primaria de Uvalde (Texas) en la que murieron 19 niños de entre 7 y 10 años, 2 maestras y él mismo. Días antes, otro adolescente hizo lo propio en un establecimiento educativo de Buffalo, cuando asesinó a 18 alumnos.

Salvador Ramos, el autor de la masacre en el colegio texano, ingresó disparando con dos fusiles semiautomáticos tipo AR15, uno de los modelos más habituales en anteriores tiroteos masivos registrados en Estados Unidos. La cuestión es que el joven, seguramente basándose en su libertad, adquirió el armamento de forma completamente legal. Simplemente entró en una tienda, hizo su pedido, pagó y se fue.

Aquellos dichos de Patricia Bullrich no hicieron más que transparentar, a nivel local, la postura que defienden quienes se ubican en ese espacio de pensamiento. A pesar de que, culturalmente, la Argentina está lejos de los trágicos sucesos de Estados Unidos, la tenencia de armas es un tema recurrente en el discurso de la derecha, y que se hizo muy presente y de manera muy cruda en los últimos años.

En esa misma línea, días atrás se sumó Florencia Arietto, dirigente de Juntos por el Cambio, quien durante una entrevista planteó que para ingresar a algunos lugares de la provincia “hay que usar una metra”, en referencia a una ametralladora, para hacerle frente a la inseguridad, por lo que pidió “mano dura”.

Otro referente de la derecha, que a esta altura ya no sorprende lo que diga, es Javier Milei. Como no podría ser de otra manera, el diputado ultralibertario está a favor de la libre tenencia de armas ya que, remarcó, “si los honestos las portasen, habría menos delincuencia”.

“A los delincuentes no les importa si hay permiso o no para utilizar las armas, por lo tanto, las llevan. Y si vos no permitís que los honestos las tengan, los dejás desalineados en términos de defensa”, argumenta.

Quien se suma a esta postura es José Luis Espert, quien recientemente desde un polígono de tiro se retrató con la carabina al hombro. A lo largo de 37 segundos, el legislador efectuó 10 disparos. Cuando apunta para sacar el undécimo, un instructor le sopla por lo bajo y desde un rincón: “No hay más balitas”.

“Cárcel… o bala”, fue el mensaje que acompañó el video en su publicación de Twitter. Y poco antes, al referirse al crimen de un kiosquero en Ramos Mejía, había lanzado temerariamente: “Transformemos en un queso gruyere a un par de estos delincuentes”.

De esta manera, los exponentes locales pro armamentismo, se acercan al nefasto discurso de mano dura y punitivismo, con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, como exponente regional, quien el sábado último afirmó que su gobierno se pone “muy feliz” cuando la ciudadanía compra armas para defender sus propiedades.

Y para que queda clara la consigna que por acá compraron gustosamente Bullrich y compañía, el mandatario del país vecino sostuvo que “un pueblo armado jamás será esclavizado. Cada vez más estamos dando ese derecho. Este gobierno no teme, muy por el contrario, se pone muy feliz cuando los ciudadanos de bien y responsables buscan comprar un arma de fuego”.

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