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19 abril, 2024
PAÍS

No pasarán: Ante el intento de proscripción del peronismo por parte del partido judicial-mediático, el pueblo sale masivamente a las calles

Por Alfredo Silletta

“Tantas veces me mataron/ tantas veces me morí/ sin embargo estoy aquí/ resucitando…”dice la querida María Elena Walsh y es lo que por estos días sucede con el peronismo en las calles a lo largo y ancho de todo el país. Como ha sido siempre en el peronismo, de abajo hacia arriba, los “sin voz” le marcan la cancha a sus dirigentes.

El fiscal Diego Luciani, con el apoyo mediático y de la oposición, creyó que proscribir y meterla presa a Cristina Kirchner era un simple trámite como el realizado por el juez Moro, que mandó un patrullero y detuvo a Lula da Silva en Brasil. Se equivocó. En la Argentina existe el peronismo y aunque lo tratan de desaparecer desde 1945 sigue vivo y coleando.

El pueblo sale a las calles de todo el país en una ola que no se detendrá. Cada día habrá más gente en la calle. Organizaciones políticas, sociales, sindicales y de derechos humanos han convocado a reunirse en las plazas de todas las ciudades para organizar una marcha nacional que terminará en la histórica Plaza de Mayo.

Había que ver anoche en los medios hegemónicos las caras de los serviles periodistas que hasta hace un mes atrás planteaban una Asamblea Legislativa para hacerse cargo del Gobierno. Estaban asustados y está bien que se asusten porque despertaron al “monstruo” del peronismo.

El peronismo nació en las calles y morirá en las calles y la derecha vernácula nunca lo comprendió. La historia se repite una y otra vez y es bueno recordarla para la militancia más joven.

Entre el 8 y 9 de octubre de 1945, los militares con el apoyo de la Corte Suprema de Justicia, la derecha vernácula y la Embajada de Estados Unidos deciden despojar de sus cargos (vicepresidente y Secretario de Trabajo y Previsión) al coronel Perón. No conforme con el revanchismo decidieron meterlo preso y llevarlo a la isla Martín García.

El historiador y político Jorge Abelardo Ramos recordó aquella jornada:

“Buenos Aires se transfiguró. El éxtasis fue general: jamás la democracia derramó lágrimas tan puras. La gente se abrazaba en la Bolsa. Los brindis se sucedían en el Barrio norte, las flores cubrían las calles. En los Aledaños de la Plaza San Martín y a lo largo de la calle Santa Fe se agitaban multitudes victoriosas. Los autos particulares rebosaban de banderas, como cada vez que un gran infortunio se abate sobre la Argentina. Los corresponsales extranjeros, con los ojos enrojecidos por la vigilia, acumulaban cables hacia el extranjero. Había caído el Hitler sudamericano. ¡Al fin! Las sirvientitas santiagueñas que servían las copas en los hogares respetables del patriciado vacuno, oían en apretado silencio los gorjeos de las exaltadas señoras. Una calma siniestra envolvía los barrios obreros del Gran Buenos Aires. Los órganos del periodismo colonial rompían su austeridad tipográfica y titulaban a toda página. Una alegría indescriptible, que solo aquellos que vivieron las jornadas pueden recordar, inundaba a las clases parásitas de la vieja Argentina”.

La historia es conocida. Una semana después, el subsuelo de la Patria inundó las calles porteñas y rescató al coronel de la cárcel para vivir los años más felices de su historia.

En 1955 bombardearon la plaza de Mayo, fusilaron y prohibieron al peronismo durante 18 años. Su líder vivió en el exilio pero el pueblo no olvidó. La resistencia  fue un movimiento único en nuestra historia que logró un gran consenso en los sectores populares. No se podía nombrar a Perón o a Evita, mucho menos cantar la marchita, pero nadie pudo romper ese sentimiento de amor al líder. En las casas más humildes había estampitas para pedirle a Santa Eva y los hombres se colocaban sobre la solapa del saco una ramita de la flor No me olvides que era una forma de resistencia a la dictadura. El gran Arturo Jauretche escribió unos versos que decían: “¡No me olvides, no me olvides,/¡No me olvides!…/Canta el pueblo de Perón./No me olvides sobre el pecho,/no me olvides pegadito al corazón. /Volverán los no me olvides/cada año a florecer. /Con la flor de no me olvides/no olvidando esperaré. /No me olvides, no me olvides./No me olvides,/es la flor del que se fue”.

El 17 de noviembre de 1972, el general Perón regresará al país luego de años de exilio. El Ejército y la policía cierran todos los caminos a Ezeiza. No permitirán que el pueblo se reencuentre con su líder. El operativo de seguridad contará con el despliegue de más de 35.000 efectivos, tanques, piezas de artillería y con una casi segura represión para quienes se quisieran acercar al aeropuerto.

Muchos jóvenes decidieron sortear las vallas del Ejército – algunos cruzaron a nado el río Matanza- en lo que fue una jornada fría y con lluvia. Eran momentos donde no había diferencias entre los jóvenes militantes, tanto del sindicalismo como de la universidad, todos estaban unidos en el “Luche y Vuelve”. Desde La Plata, un grupo de estudiantes universitarios tomó el tren hasta Burzaco, durmieron en la estación y por la mañana empezaron a caminar hasta el río Matanza. No pudieron  cruzarlo porque el Ejército se los impidió. Entre esos jóvenes estaba Néstor Kirchner.

Desde el conflicto con el campo por la 125 en el año 2008, los medios hegemónicos y la oposición, que se había agrandado al ganar las elecciones legislativas de 2009, cuestionaban día tras día a Néstor Kirchner, quien no dudaba en enfrentarlos: “¿Qué te pasa, Clarín, estás nervioso?” La muerte del expresidente el 27 de octubre de 2010 conmovió al país.  La derecha no entendía que los “sin voz” desbordaran la Plaza de Mayo para despedir a ese gran hombre. Frente a la Casa Rosada, se colgaban en las rejas flores, banderas y mensajes: “Tu partida nos duele, pero tu legado quedará para siempre”, “Gracias, Néstor”, “Todo el pueblo te acompaña. Fuerza Cris”, “Gracias por la dignidad devuelta”.

La derecha festejó en silencio: “muerto el perro, muerta la rabia”. No lo dijeron en público como con la muerte de Evita (“Viva el cáncer”).

Doce años después creen que metiéndola presa y proscribiendo de por vida a Cristina se terminará el peronismo. No comprenden que los procesos políticos pertenecen a los pueblos  y por eso el peronismo sigue existiendo después de 77 años.

Creyeron que con el nacimiento del Partido Judicial, con 9 días de alegato del fiscal Luciani trasmitido en cadena nacional y una burda campaña en los medios hegemónicos se llevarían puesta a Cristina, la gran líder del peronismo después de Perón, Evita y Néstor. Se equivocan. El pueblo, los más humildes, los jóvenes han decidido salir a la calle a protegerla.

Cuando los pueblos han probado el sabor de la justicia, no hay manera de derrotarlos, no hay vuelta atrás. El peronismo es nuestra propia revolución nacional y se ha bancado los bombardeos, los fusilamientos, los torturados y los desaparecidos pero sigue firme, pese a que hay momentos que parece flaquear, pero solo está tomando fuerzas. Como decía Carlos Marx, las revoluciones son como un topo. El topo de la Historia, que a veces desaparece, porque el topo va por debajo de la tierra. Pero nunca aparece para atrás, siempre va para adelante. 

 

 

 

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