Por Dante Augusto Palma. La semana pasada comentábamos que la renuncia a toda candidatura de parte de CFK inauguraba una pregunta acerca de “Quién” debía ser el candidato pero que, al mismo tiempo, esa incógnita ocultaba interrogantes importantes, esto es, el “Hacia dónde” y el “Para qué”.
Es que las urgencias hacen que todo se deposite en la selección del candidato, lo cual, claro está, no es menor; pero el kirchnerismo en particular parece estar enfrentando una tarea que viene procrastinando desde, al menos, el 2015 porque CFK era la respuesta a las 3 preguntas. Ella era el “Quién”, y ella sabía “Hacia dónde” y “Para qué”, al menos eso pensaban sus seguidores. Pero ahora ella, en el mejor de los casos, intentará ser determinante en el armado de las listas. Y no más que eso. Naturalmente, seleccionar un candidato dice algo del “Hacia dónde” y el “Para qué” pero no demasiado o, en todo caso, como en el caso de Alberto Fernández, pareciera que puede fallar.
Para ser justos, esta crisis identitaria atraviesa a todos los espacios populares de centro izquierda y, si uno va un poco más allá, casi que podría decir que es un problema que atraviesa a los distintos agrupamientos políticos tras la disolución del sistema de partidos. Así vemos con más frecuencia coaliciones más o menos amorfas constituidas más por temor a lo que hay en frente que por coherencia programática y Argentina no es una excepción en ese sentido.
Pero ¿cómo se posiciona hoy el kirchnerismo en relación con el peronismo? ¿Se sostiene la idea de “nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio” o el peronismo es algo “a superar” entendiendo por tal algo más que una actualización doctrinaria? Más preguntas: ¿cuál es hoy el sujeto histórico del kirchnerismo? ¿Los trabajadores formales y los sindicatos? ¿Podrían ser los trabajadores de la denominada “economía popular”? ¿Y qué de las minorías LGBT o la política de las diversidades que abrazó particularmente este gobierno? ¿Ahí está el nuevo sujeto? ¿A pesar de la base peronista se tenderá a la idea de una sumatoria de particularidades para reemplazar a la categoría de “pueblo” en tanto supuestamente “pasada de moda”? Si ese fuese el caso, ¿hasta qué punto se podría hablar de la pertenencia a un espacio “popular”? Por último, ¿acaso los jóvenes del trasvasamiento generacional no pueden ser el sustituto adecuado para las categorías clásicas? A juzgar por la cantidad de chicos que votan a Milei bien cabe abrir un interrogante allí pero quizás podrían ser todas estas opciones y más. De hecho, con Ernesto Laclau a la cabeza, son muchos los teóricos que desde hace ya algunas décadas vienen planteando que las categorías del marxismo clásico y, en este caso, las del peronismo clásico, deben ser reformuladas a la luz de una sociedad fragmentada en la que distintas identidades tienen en común el hecho de no ver satisfechas sus demandas. Sin embargo, especialmente sin CFK pero, sobre todo, sin claridad conceptual ni una referencia capaz de articular todas estas demandas hacia un horizonte, es una incógnita cómo poder procesar puntos de vista que, en muchos casos, son contrapuestos o tienen intereses en conflicto.
Podemos incluso ponerlo en otros términos. ¿Cuál es el modelo kirchnerista 2023? La pregunta viene al caso porque en los últimos 30 años, en nombre del peronismo, se han votado variantes peronistas neoliberales, nacionales y populares, y socialdemócratas.
Entonces, ¿cómo sería un kirchnerismo sin CFK como candidata en un escenario completamente distinto al que se dio entre 2015 y 2017? No podría hablarse de un kirchnerismo sin CFK pero sí, digamos, se trataría de un kirchnerismo que deberá, alguna vez, transitar un camino propio ante la eventualidad de una CFK que no esté al frente de todas las decisiones. ¿Un kirchnerismo 2023 inauguraría un nuevo tipo de peronismo, retornaría a su variante nacional y popular en un contexto distinto o continuaría en esta variante socialdemócrata adoptada en 2019?
Alguna pista para ir perfilando lo que viene lo podrían dar los modelos del kirchnerismo a nivel mundial. ¿Es el partido demócrata estadounidense y la socialdemocracia europea? ¿Es el neopopulismo latinoamericano que después de los primeros 3 lustros viene edulcorado? ¿Es China y Rusia que desde el punto de vista cultural han decidido brindar una batalla contra todas las políticas derivadas del individualismo globalizador de Occidente? ¿Acaso podría ser todo esto a la vez?
Lo peor es que no se trata de preguntas retóricas y en la mayoría de los casos la respuesta es “no se sabe”. La situación es algo más alarmante en la medida en que posamos la atención sobre aspectos más específicos, por ejemplo, sobre cuál es el plan de desarrollo adecuado para la Argentina o cuál va a ser su política en torno a la propiedad y a la explotación de los recursos naturales, y su política en materia de energía. ¿Se tratará de seguir la agenda de las ONG o hay algo para discutir allí en materia de soberanía, moleste a quien le moleste? A propósito de la soberanía, ¿se va avanzar hacia un modelo plurinacional con pluralismo jurídico como el de Bolivia? ¿Hacia allí se quiere ir como parte de una agenda que interpele mayorías?
¿Y la deuda? La gran crisis del actual gobierno se dio alrededor del acuerdo con la deuda. Sin embargo, ¿cuál es el plan del kirchnerismo? En su momento, con dólares en la reserva y un monto inferior a pagar, se decidió cancelar con el FMI. ¿Cuál es la alternativa ahora? ¿Una renegociación? ¿En qué términos? ¿Cuáles serían las condiciones que Argentina pondría sobre la mesa al momento de negociar?
Respecto del tan nombrado Poder Judicial, sobran los hechos para demostrar su obscena connivencia con el poder real. Frente a ello, el gobierno actual apeló a la autodepuración. ¿Cuál es la propuesta del kirchnerismo? ¿Nombrar a los jueces a través del voto popular como mencionara hace poco tiempo CFK? ¿Esa es la propuesta? ¿En serio?
Por último, los siempre presentes medios de comunicación. Que una de las primeras acciones del gobierno de Macri fuera cercenar la ley de medios, demostró que buena parte del conflicto de los últimos años en la Argentina tiene que ver con la reacción de un multimedio que vio afectada su posición dominante. Ahora bien, ¿cuál es la propuesta K para 2023? ¿Volver a una ley de medios que ya en el momento de su formulación estaba quedando atrás frente al avance tecnológico y una comunicación que comenzaba a transitar otros carriles? Para muchos, “ley de medios” era una suerte de palabra mágica que venía a resolver los problemas de los argentinos, entendiendo por tal, las mentiras vertidas por los medios. Sin embargo, no hace falta extendernos para explicar que la ley de medios no tenía que ver con contenidos y menos aún con “la verdad”. Pero volviendo a la pregunta, entonces: ¿en 2023 la disputa volverá a ser para que Clarín se desprenda de alguna de sus múltiples licencias? ¿Será contra “el lado Magnetto de la vida” 15 años después como si nada hubiera cambiado en el medio?
Es curioso pero la oposición lleva años definiendo qué es el kirchnerismo e incluso adelantando lo que el kirchnerismo va a ser con o sin CFK. Es como si todos supieran lo que es el kirchnerismo menos los propios kirchneristas.