En las últimas horas se conocieron los mensajes y chats de los integrantes de Revolución Federal, que la jueza María Eugenia Capuchetti y la Cámara Federal insisten en desvincular del atentado a la vicepresidenta, con un contenido violento y con la decisión de asesinar a Cristina Kirchner y a todos los que piensen como ella.
La información apareció en los celulares de tres de los procesados: Jonathan Morel, Leonardo Sosa y Gastón Guerra. En los teléfonos se puede leer: “…o podemos hacer una vaquita para contratar a un sicario” para matar a Cristina. Ese texto se encontró el 15 de agosto en un grupo de whatsApp entre Jonathan Morel y Leonardo Sosa.
Según Página 12, de la reconstrucción de los intercambios entre ellos y con otras personas vinculadas al grupo se puede advertir que Gastón Guerra y Ximena de Tezanos Pinto (la célebre vecina), monitoreaban los movimientos de CFK y los manifestantes; que Morel habría recibido un mensaje de alguien vinculado al intento de magnicidio y salió a buscar abogado con el argumento de que lo escrachaban los medios; que compartían entre todos mensajes de odio dirigidos hacia el kirchnerismo, que se jactaban de ejercer violencia; y que hay contenido que hace suponer que estaban recibiendo financiamiento.
Hasta ahora Morel, Sosa, Guerra y Sabrina Basile están procesados por el delito que castiga con prisión de tres a ocho años a quien intente imponer sus ideas o combatir las ajenas por la fuerza. Cuando el juez Marcelo Martínez de Giorgi tomó esa decisión, en base a un dictamen del fiscal Gerardo Pollicita, ligó las acciones violentas y actividades en redes sociales donde el grupo esparcía mensajes de odio e incitaba a la violencia física y hasta a matar con el intento de magnicidio contra la vicepresidenta como el punto más alto de ese espiral.
Hay que recordar que la causa sobre Revolución Federal avanza también en determinar cómo se financiaban, y ahí es donde está en pleno análisis la pista de la empresa Hermanos Caputo y los trabajos que le habría encargado a la carpintería de Morel, por los que dijo que recibió más de 13 millones de pesos.
Más mensajes. Unos días antes, el 19 de agosto, en un grupo de Whatsapp, un contacto agendado como «Camila Gauna RF» habla concretamente de “pegarle un tiro” a CFK. Gastón Guerra propone: “Pensemos qué podemos organizar. Yo estaba pensando que podríamos ir uno de estos días a la casa de CFK a putearla sin parar y quizás algunos se vayan sumando”. La tal Camila Gauna RF le sube la apuesta: “O entrar al edificio. De ella. Y pegarle un tiro”.
El 27 de agosto, por la misma vía, Morel, Sosa y Guerra intercambian mensajes sobre las manifestaciones de apoyo a la vicepresidenta frente a su departamento en La Recoleta: «Necesitamos algunos vecinos que vivan en esas cuadras colapsadas por los orcos», «hay ideas pero falta la gente que lo haga», «tirarle kerosene desde los balcones y alguien que pase prendiendo un cigarro, jaja».
La idea no era nueva. Algunos días antes apareció en los mensajes otra propuesta: «Cuando estén todos juntitos ponerle bomba bajo tierra así corre sangre. Es lo ideal …!! Y nadie sale culpable como hicimos con los judíos». Enseguida se corrige: «Hicieron». Parecen referirse a los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA.
Otro usuario identificado como “Daedalus” se mostró desencantado con el tenor de las protestas: «Marcha? Yo creí que dábamos un buen golpe de Estado!!!». El 15 de agosto, se había quejado de la tibieza de sus compañeros de RF: » Hay que ir y entre todos organizarnos para entrar a la Casa Rosada».
Ese mismo día, Morel avaló: “Sólo faltan tres días para la marcha del jueves 18A en Casa Rosada. No va a ser una marcha pacífica. Si no perdemos el miedo ahora, mañana va a ser demasiado tarde”.
Esa obsesión contra Cristina llevó a Revolución Federal a endiosar al fiscal Diego Luciani. En los teléfonos secuestrados por el juez Marcelo Martínez de Giorgi y analizados por la Unidad Operacional Antiterrorista de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, junto con un fotomontaje de la guillotina que llevaron a una manifestación en Plaza de Mayo con la cabeza de la vicepresidenta a punto de ser cortada, aparece otro flyer con la leyenda: “Juicio a Cristina. Fiscales piden inhabilitación perpetua para ocupar cargos y decomiso de casi u$s 1000 millones”.
Entre los más cercanos a la fecha del atentado, por ejemplo, el 27 de agosto en los celulares de Morel, Sosa y Guerra aparecen estos mensajes: “Necesitamos algunos vecinos q vivan en esas cuadras colapsadas por los orcos. Hay ideas pero falta la gente q lo haga. Tirarle kerosene desde los balcones y alguien que pase prendiendo un cigarro jaja. Cuando estén todos juntitos ponerle bomba bajo tierra así corre sangre. Es lo ideal… Y nadie sale culpable, como hicieron con los judíos (sic)”.
El 23 de agosto es otra fecha clave en los mensajes. Es el día posterior al pedido de Diego Luciani de la pena de 12 años de prisión para la presidenta del Senado en la causa Vialidad, que motivó que sus simpatizantes salieran a las calles a apoyarla. Revolución Federal se movilizó para ir a provocar. El usuario del grupo de whatsapp que se llama Federico dice: “La orden es pudrirla toda jajajajajaj”. Sosa, de hecho, estuvo en las inmediaciones de la casa de la vicepresidenta y terminó detenido junto a otro compañero que llevaba una bomba molotov.
Agustín Almirón: “yo soy libertario y como tal si hay que practicar la violencia para quitar lo máximo posible al Estado del medio no dudo”. “Acá en casa somos de pensar que hace falta una bomba en los piquetes y que los K hay que matarlos”, acotaba una tal Anabela.
Jorge Casoliva alentaba días antes: “Hay que entrenar en polígonos, comprar armas de fuego y blancas y estar preparados para cuando el momento llegue. Más importante”. “Con estos hdp no se negocia, bala nomás”, sumaba Dalila Rebelión. Morel sintetizaba: “Hay que matarlos y colgarlos en los puentes”.
Con información de Página 12 y Tiempo Argentino
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ESTE DE REVOLUCION TIENE QUECESTAR EN CANA