El sociólogo y director de la consultora Equis, Artemio López, realiza un muy interesante análisis sobre los pro y los contra de la performance del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires. Analiza la buena imagen de Axel Kicillof y paralelamente el rol de la ultraderecha que le quitará votos a Juntos por el Cambio.
Provincia de Buenos Aires. Según nuestros estudios de opinión pública, realizados en la provincia de Buenos Aires, que representa el 38% del padrón nacional y el 50% de los votos oficialistas, entre el 15 y el 21 de enero, con método CAWI y 2.518 casos efectivos en mayores de 16 años, un margen de error de 2%, e intervalo de confianza de 95.5%, el gobernador Axel Kicillof es hoy quien posee mayor intención de voto. En cualquiera de los escenarios de internas que evaluamos, se impone con contundencia a sus competidores por una ventaja de más de 20 puntos, mientras que en un escenario general la diferencia sobre Diego Santilli es de 12 puntos y se amplía si es contra otros posibles candidatos de Juntos por el Cambio.
Este panorama comenzó a consolidarse luego del intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner. Se dinamizó anticipadamente el proceso polarizador que se activa en los contextos electorales y en un movimiento de defensa de su líder, sus valores y su cultura política, el “núcleo duro” del kirchnerismo se aglutinó. Desde ese trágico momento, sostenidamente en los distintos estudios de opinión que realizamos, se observa que la totalidad de los votantes del Frente de Todos, que mantuvieron su apoyo en el año 2021, volverían a votar al espacio ubicando sus preferencias mayoritariamente en el gobernador. Vale destacar también que Kicillof presenta mayor correlación en imagen e intención de voto respecto a la figura de la vicepresidenta. Fideliza al máximo el voto de Cristina Fernández de Kirchner, e incluso lo supera en el interior de la provincia y en votantes jóvenes. Por su parte, lo que podemos denominar “núcleo blando”, que incluye a votantes del Frente de Todos que no mantuvieron su voto en 2021, también creció luego del intento de magnicidio. Del total del universo de votantes del Frente de Todos en 2019, el 55% mantenía su apoyo previo al jueves primero de septiembre, luego de los terribles sucesos de ese día el apoyo creció al 75%.
Finalmente, uno de los motivos más sólidos de la consolidación de la intención de voto de Kicillof es el crecimiento de la valoración de su gestión, que marca una tendencia en alza durante el último semestre, con una suba mayor a un 7% en 180 días. En términos porcentuales, los niveles de rechazo de su gestión no superan el 40%, lo que representa el núcleo histórico de voto antiperonista bonaerense.
Ultraderecha. La persistencia de opciones de ultraderecha, aún incipientes en 2021, que toman votos de Juntos por el Cambio.
El “efecto Milei”, que ya operó diluyendo el comparativamente pobre caudal electoral de María Eugenia Vidal en la última elección de la Ciudad de Buenos Aires, se nacionalizó, logró cruzar la General Paz, y los distintos territorios de la Provincia no son su excepción. Tanto la figura de Milei, como la candidatura del espacio de ultraderecha de José Luis Espert, y su crecimiento en los últimos meses, representan un gran problema para Juntos por el Cambio.
Por un lado, desorienta al principal competidor. En efecto, Diego Santilli no se siente cómodo bajo presión por derecha y realiza jugadas o posicionamientos contradictorios. Pasa del llamado al diálogo a la confrontación abierta en solo dos pasos de baile, al ritmo de las encuestas y los focus groups. Su lugar en la expectativa de los votantes bonaerenses no queda claro, su identidad es difusa y su nivel de conocimiento relativamente bajo. Por otra parte, a diferencia del gobernador Kicillof, su nombre mide mucho menos que su sello.
Si bien la disputa interna le puede resultar sencilla, si se enfrentara con candidatos muy devaluados como Ritondo o Iguacel, su principal dificultad es el lugar que ocupa José Luis Espert, quien, con un mensaje vulgar, mantiene una línea clara, directa y continua que seduce a una parte del electorado de Juntos. Habrá que ir midiendo el precio a pagar por apartar este competidor tan molesto.
Uno de los mitos que se intentó instalar en los últimos tiempos es que los libertarios en sus distintas variantes se quedan con votos de ambos polos por igual. Sin embargo, cualquier encuesta o análisis serio demuestra que la composición del voto de ese espacio se constituye principalmente con votantes “desencantados” de Juntos por el Cambio. Sí, leyeron bien: desencantados con la oposición y su mediocre papel carente de liderazgo claro. Como consecuencia directa, un 25% de los votantes de Juntos por el Cambio migrarían su voto al candidato libertario en la provincia de Buenos Aires, posicionándolo como se ve en los gráficos: como la tercera fuerza con un 13% de intención de voto. Aún más, si el candidato de Juntos fuera Cristian Ritondo, la debacle sería notable ya que José Luis Espert se ubicaría segundo.
Algunos podrían objetar que aún hay muchos indecisos, que en general se trata de votantes “moderados” o de “centro” y que la figura de Diego Santilli y su eficiente marketing político terminaría inclinándolos hacia esa opción. A esos argumentos, nos anticipamos dejando planteados, por el momento, solo dos puntos de manera sintética. Primero, una de las singularidades de este año es que los indecisos son menos que en esta misma fecha en años electorales previos. Eso creemos que se explica, como dijimos antes, porque luego del intento de magnicidio se dinamizó el proceso polarizante. Lo que hubiese sucedido cuando se conocieran las candidaturas, se anticipó este año, lo que reduce el margen donde “ir a pescar” y favorece al que lleva la delantera. Segundo, confunden intención de voto con opinión sobre un dirigente, algo bastante frecuente en distintos análisis. Tanto las teorizaciones acerca de la opinión pública, como los estudios del comportamiento electoral, generalmente suponen una linealidad en la relación entre opinión traducida en imagen y voto efectivo. Pero, el que se presenta como indeciso en su definición del voto, tiene, por lo general, mucho más claro qué quiere y qué no. Lejos de la imagen del “moderado” que proyectan los analistas, su problema principal no son las formas sino el contenido de las decisiones políticas y demanda acciones bien concretas.
El efecto Milei, que ya debilitó a María Eugenia Vidal, logró cruzar la General Paz y nacionalizarse
El tema del ingreso. La persistencia de la crisis de ingresos que no logra recuperar lo perdido durante el “macriato” e incluso profundiza la caída en el lapso de crecimiento. Según el periodista Javier Gatti, que analiza un reciente informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), “de diez paritarias monitoreadas, nueve le ganaron a la inflación 2022”, contabilizando los últimos cuatro meses del año. Al mes de agosto, solo tres de esos diez convenios lo lograban, y fue, fundamental, la decisión política del Gobierno de promover y homologar acuerdos en alza para perseguir la escalada inflacionaria. En términos reales, es decir descontados los efectos de la inflación, los que superaron el 94,8% del año 2022 fueron Hoteleros y Gastronómicos (15,9%), Transporte de corta y media distancia (10,9%), Comercio (6,1%), Construcción (2,6%), Sanidad (1,6%) y Docentes (1,2%). La gran mayoría de los que ganaron son convenios con salarios de base bajos y condiciones laborales marcadas por la precarización, como Gastronomía, Comercio y Construcción, es decir que, de momento, con paritarias sin techo tampoco perciben mejoras sensibles capaces de reconciliarlos con algunas de las opciones electorales oficialistas.
Los convenios que más perdieron, según CESO, fueron Camioneros, altos sueldos, pero con una caída real del 6,5% y un plantel repleto de monotributistas, Alimentación (-4,8%), Bancarios (-3,2%, para cerrar en 94%, casi un empate) y Metalúrgicos (-1,7%, pero que acaban de cerrar una paritaria del 110% considerando el período abril 2022 a marzo 2023). Bien por Abel Furlán, pero sin suma fija siguen corriendo de atrás, al igual que el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU), con un 127% a cerrase en 2023 y bono en dos cuotas; los Trabajadores de Carga y Descarga (Mercado Libre) con 116%; y el Sindicato del Vidrio con 112,4%.
Los niveles salariales formales, públicos y privados, están, en promedio, ya en línea con una Canasta de Pobreza para un hogar tipo de cuatro integrantes; ya que el valor de la Canasta Básica Total en diciembre de 2022 fue de $ 152.512. Por su parte, el salario formal público y privado promedio, según el Ministerio de Desarrollo Productivo, fue de $ 154.364, también para diciembre de 2022.
En relación a los salarios informales y los trabajadores por cuenta propia precarios, la información disponible es dispersa, pero una variable a tener en cuenta para imaginar la situación de ingresos de este sector tan extendido es el Salario Mínimo Vital y Móvil que históricamente sirve de referencia piso para el sector informal. Valuado en dólares, el de la Argentina es el más bajo SMVM de la región, con la sola excepción de Venezuela, cuando a fines del año 2015 era el más alto. Finalmente, para observar que la crisis de ingreso afecta a amplios segmentos de la población incluso medios plenos y altos, obsérvese un indicador potente como es la evolución del patentamiento de automóviles a setiembre de 2022, muy a la baja.
Massa tiene una oportunidad hasta agosto para mejorar las expectativas socioeconómicas
Así las cosas, no sorprende que el último dato oficial disponible sobre distribución del ingreso correspondiente al tercer trimestre de 2022 muestre una caída de más de 10 puntos en la participación de la remuneración de los trabajadores sobre el PBI, respecto al momento en que Cristina Kirchner abandona el gobierno y, a contrario sensu, un crecimiento similar en la participación del capital, el excedente bruto de explotación. Esta caída en la participación de los trabajadores en el PBI, transferida al capital en el lapso comprendido entre los años 2016 y 2022, Flacso la valuó en $ 70 mil millones de dólares para el año 2021, por lo que hoy es aún mayor, y cercana ya a dos veces el monto del préstamo que el FMI le concedió a Mauricio Macri en el año 2018.
Debemos agregar que este tercer apoyo pendiente tiene el hándicap de la memoria del daño del gobierno de Juntos por el Cambio, que duplicó desempleo, pobreza e indigencia, endeudando al país por décadas y restaurando la tutela del gendarme de la política exterior norteamericana, el FMI, en momentos de disputa por la hegemonía mundial y regional con China. Esta memoria traumática sobre la última experiencia de gobierno neoliberal operó, e hizo que, en 2021, los 4,1millones de votos perdidos por el FdT no fueran a Juntos por el Cambio, sino al ausentismo. Podemos poner como ejemplo lo sucedido en el populoso municipio de La Matanza, el oficialismo perdió 250 mil votos respecto a la elección del 2019 mientras que Juntos por el Cambio solo pudo sumar 19 votos (sí, diecinueve).
Pero, como en todo en esta vida, nada es para siempre y no conviene abusar de la memoria traumática. No se estira sine díe y para consolidar la posición electoral de predominio en territorio bonaerense y extenderla a otras provincias claves, es necesario desplegar mejoras de ingresos familiares, salarios, jubilaciones, pensiones, otros planes, respecto a la inflación que supera ya el 100% anual en alimentos y hace muy dificultosa la vida cotidiana de segmentos medios, medios bajos y vulnerables de donde nace el respaldo electoral oficialista en una proporción abrumadoramente mayoritaria.
Lo sabe el ministro de Economía, Sergio Massa, que dispone de una ventana de oportunidad para mejorar expectativas socioeconómicas bajando la inflación y aumentando ingresos familiares, que no se extiende mucho más que el mes de agosto de este año. Esperemos se concrete y que la noche neoliberal en cualquiera de sus variantes no vuelva a ensombrecer el presente y futuro de la tan castigada sociedad argentina.
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