En el seno del peronismo, en los últimos días no dejaron de multiplicarse las reuniones a puertas cerradas en las que, después de haber hecho una dura autocrítica por el resultado de las últimas elecciones que permitieron la llegada al poder de Javier Milei, pasan a la búsqueda de alguna fórmula que les permita definir su rol como principal fuerza opositora.
Una propuesta coincidente que surge en esos encuentros es la de armar una “mesa de debate” integrada por gobernadores, legisladores y sindicalistas, en la que se alcancen acuerdos sobre “cómo encarar este proceso” con Milei en la Casa Rosada. Se trataría de una especie de conducción colegiada bajo la tutela organizativa de la CGT, cuya cúpula se movió rápido en las últimas semanas al presentar recursos de amparo contra el capítulo de reforma laboral que incluye el decretazo del gobierno, e incluso convocó a un paro general para el 24 de enero.
Existe coincidencia en cuanto a que protesta anunciada por la central obrera debe reunir a los trabajadores que sienten que en el primer mes de gestión de Milei perdieron algo que tenían, en referencia a la caída del poder adquisitivo sufrida producto de la devaluación de 120 % del peso frente al dólar, los salvajes aumentos de los precios de los alimentos y los combustibles, la quita de subsidios a los servicios públicos, la derogación por decreto de la ley de alquileres y los incrementos en las cuotas de la medicina privada.
“El peronismo va a encontrar su salida estando cerca de la gente”, aseguró esta semana Gabriel Katopodis, ministro de Infraestructura y Servicios Públicos bonaerense, y ex ministro de Obras Públicas durante la presidencia de Alberto Fernández.
Un primer acercamiento que, según Katopodis, debe volver a tener el peronismo con la población, podría darse cuando la CGT, junto a otras centrales sindicales y organizaciones sociales, se movilice al Congreso el 24 de enero con motivo de una huelga convocada tras una manifestación llevada a cabo frente a los Tribunales porteños.
La central obrera logró días atrás una victoria judicial cuando la Cámara Nacional del Trabajo dictó una medida cautelar que suspende la aplicación del capítulo laboral del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) dictado por Milei el 20 de diciembre último.
Asimismo, Katopodis evaluó que el peronismo tendrá que organizarse para desempeñar el rol de oposición al modelo que propone Milei, y sostuvo que uno de quienes expuso sus opiniones en este último mes fue el gobernador Axel Kicillof, “demostrando” con su gobierno en la provincia de Buenos Aires “que se pueden hacer las cosas de forma diferente” al Ejecutivo nacional.
“La provincia de Buenos Aires repudia tanto el contenido como la metodología para generar el proyecto de ley. Analizamos los efectos en las diferentes partes de la cadena de producción y, en una palabra, es nefasto”, evaluó Kicillof durante una reunión que tuvo con representantes de los sectores pesquero y naviero en Mar del Plata.
Mientras, la aceleración que Milei le impuso a la desregulación económica obliga al peronismo a ponerse firme en dos planos, el legislativo y el callejero. La CGT ya mostró credenciales, y de paso le marcó la cancha a las agrupaciones de izquierda que se habían movilizado a la Plaza de Mayo el día del debut del protocolo antipiquetes, cuando empezaron a presionar para que se llamara a una huelga general.
En tanto, primero la vicepresidenta Victoria Villarruel y luego el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, avanzaron con la integración de comisiones con mayoría de libertarios y aliados, lo que relegó a Unión por la Patria justo en la antesala del tratamiento de la ley ómnibus que comenzará la semana próxima en un plenario de la Cámara baja.
En el Congreso, el peronismo afronta el desafío de romper el aislamiento que le propinan los bloques no kirchneristas, que solo le dejan como potenciales aliados a los diputados de izquierda.
En el Congreso Nacional, donde se analizarán la validez del DNU y los más de 600 proyectos incluidos en la llamada Ley Ómnibus, los bloques de senadores y diputados del peronismo diseñan una estrategia común para evitar la aprobación de ambas normativas, algunas de las cuales son rechazadas por una parte de la población que esta semana volvió a manifestarse haciendo sonar sus cacerolas en distintas ciudades y localidades del país.
En las reuniones como la que la mesa chica de la CGT mantuvo con Massa días atrás surge, con todo, la necesidad de plantarse como una oposición directa a Milei, sobre la base de considerar que su política económica provocará “un daño enorme a la clase media trabajadora” y que sus aliados más visibles -el expresidente Mauricio Macri, la ministra Patricia Bullrich e incluso algunos gobernadores de la UCR- quedarían librados a la suerte que pueda correr el libertario en el ejercicio del poder político, es decir, dentro de lo que descalifica como la casta.
Lo que está por verse es si el peronismo consigue mantenerse unido o si, por el contrario, iniciará una lucha de facciones por su próximo liderazgo.
Un dato a tener en cuenta: el Consejo Nacional del PJ todavía es presidido por Alberto Fernández, quien se trasladó a Madrid para pasar las fiestas de fin de año con su familia y que anticipó que, a su regreso, trabajará “en unidad” con los referentes del partido.
El mandato del ex presidente finaliza en abril de 2025 y, según trascendió, su intención es permanecer en ese cargo hasta el cumplimiento de ese período, algo que parece no tener aceptación en la mayoría de la dirigencia partidaria.