Siguiendo fielmente los pasos del estadounidense Joe Biden que, desde el interior en su país, volvió de urgencia a Washington, Javier Milei decidió interrumpir su gira internacional para adelantar su regreso a la Argentina. El objetivo: conformar un comité de crisis en virtud de la escalada bélica en Medio Oriente, a partir de la ofensiva de Irán contra Israel.
De esta manera, el mandatario argentino, quien desde el primer día de su gestión intenta mostrar, casi con fanatismo, que no solo es un aliado de Israel, sino que con sus pronunciamientos y actitudes coloca a nuestro país en un peligroso posicionamiento geopolítico.
Milei llegará en las próximas horas desde Estados Unidos, y en este contexto conformará un comité de crisis para “ponerse al frente de la situación”.
El Gobierno mandó un comunicado a noche del sábado para tomar partido abiertamente por Israel: “La Oficina del Presidente Javier Milei expresa su solidaridad y compromiso inclaudicable con el Estado de Israel, frente a los ataques iniciados por la República Islámica de Irán”.
“La República Argentina reconoce el derecho de los Estados-Nación a defenderse, y respalda enfáticamente al Estado de Israel en la defensa de su soberanía, en especial contra regímenes que promocionan el terror y buscan la destrucción de la civilización occidental”, expresa el comunicado.
El portavoz presidencial, Manuel Adorni, comunicó la novedad a través de sus redes oficiales: “Por cuestiones de agenda, el Presidente Javier Milei regresará a la República Argentina y no podrá completar su viaje a Dinamarca. Este domingo por la mañana abordará su vuelo de regreso al país”, aseguró.
Pero minutos después, Adorni dijo que Miei volvía a la Argentina “para conformar un comité de crisis en virtud de los últimos acontecimientos ocurridos en Israel, para ponerse al frente de la situación y coordinar acciones con los presidentes del mundo occidental”.
Según estaba estipulado en la agenda oficial, Milei iba a arribar a Copenhague, la capital de Dinamarca este domingo, para una puesta en escena por la compra de 24 aviones cazas F16 al país escandinavo.
De todas maneras, el periplo de Milei junto a su hermana Karina no tenía ningún sentido, incluso antes que se desatara la crisis Irán-Israel: fue a recibir un reconocimiento sin prestigio a Miami; luego mantuvo un encuentro intrascendente con el empresario Elon Musk e iba a terminar en Copenhague haciendo una especie de show subiendo a los aviones F-16.
En este delicado contexto, el presidente proclamó mil veces que está del lado de Israel, amaga con convertirse al judaísmo, y así, se convirtió en un blanco posible para alguna organización terrorista. Para colmo, esta semana la Cámara de Casación produjo un fallo, sin pruebas y sin que tuviera competencia, condenando a Irán por los atentados de 1992 y 1994.
Justamente, esa resolución fue citada en un comunicado que dio a conocer la Oficina del Presidente en el que, lejos de hacer un llamamiento a la paz, el gobierno de Milei exteriorizó su “compromiso inclaudicable con el Estado de Israel”, al que definió como el “baluarte de los valores occidentales” en el Medio Oriente.
En sintonía, la Cancillería emitió una declaración reafirmando su apoyo al legítimo derecho de Israel a la defensa de su soberanía e instando a Irán a “cesar sus ataques injustificados y evitar una crisis de alcance global”.
Todo indica que, al tomar partido tan abiertamente a favor de Israel, el Gobierno deberá adoptar las medidas de seguridad que corresponden, como ajustar las fronteras, controlar los ingresos al país en los aeropuertos, y verificar todo lo que podrían ser objetivos de un ataque. Y más, teniendo en cuenta que el país no está afuera del foco del conflicto de Medio Oriente y, en especial, con Irán, a raíz de los atentados contra la Embajada de Israel y la sede de la AMIA.