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28 septiembre, 2024
PAÍS

Pese a la presión del gobierno, la Iglesia fue a La Matanza a respaldar a las mujeres de los comedores populares

En las últimas semanas hubo una fuerte presión para que las autoridades de la Iglesia Argentina suspendieran la misa en el santuario de Caacupé, en La Matanza, incluso el presidente Milei en un reportaje con su empleado Viale, reconoció que el Papa Francisco podía opinar diferente a él tratando de bajar los niveles de confrontación. Pero no, el obispo Oscar Ojea, presidente del episcopado argentino encabezó una misa concelebrada con otros seis obispos y una cuarentena de sacerdotes.

En el encuentro religioso, quedó claro la defensa de las mujeres que trabajan en los comedores populares y que le dan de comer a miles y miles de niños y familias en todo el país. “No solamente son madres de sus hijos. Son madres de tantos chicos en el barrio. Son madres de los chicos y de las chicas del pasillo que se desviven para que la comida alcance”, dijo Oscar Ojea durante la ceremonia en abierta respuesta al gobierno nacional que, a través de su ministra Sandra Pettovello, se niega a entregar comida a los más necesitados.

El titular de la CEA habló  de que el país atraviesa “un momento difícil” donde hay “necesidades”, y pidió que en el medio de la crisis económica “la solidaridad sea más grande”. Allí destacó el rol de las mujeres que trabajan para alimentar a los chicos que van a los comedores y aseguró que ellas cumplen el rol de madres de tantos chicos que no tienen para comer.

“Como nos ha pegado esta cultura, esta globalización de la indiferencia, esta dureza de corazón. “A mí que me importa. Es un problema de él, que se arregle como pueda”. Esto está tan metido adentro de nosotros y es tan contrario al Evangelio”, indicó Ojea en la homilía. Y siguió: “Cuando rezamos la oración de Jesús y pedimos por el pan, por el pan de cada día, pedimos por el pan nuestro. No decimos el pan mío de cada día. Le pedimos al Padre Nuestro. El Padre que es de todos, el Padre de Jesús, le pedimos el pan nuestro, porque el pan es de todos”.

Ojea, frente a las mujeres cocineras afirmó que “hemos querido en distintos lugares del país, cerquita del día de la Bandera, poder encomendar especialmente a estas mujeres nuestras que sirven la comida en nuestros barrios y que trabajan ya desde tempranito para todo esto”. En ese sentido Ojea subrayó que “no solamente son madres de sus hijos. Son madres de tantos chicos en el barrio. Son madres de los chicos y de las chicas del pasillo; entonces se desviven para que la comida alcance”.

Durante la ceremonia los obispos distinguieron a muchas mujeres presentes colocándoles una banda con los colores patrios en la que se leía la leyenda “Madre de la Patria”. Luego, ellas alcanzaron hasta el altar el mismo pan que distribuyen en los comedores, pero también las ollas que utilizan para cocinar y los tupper que usan para distribuir los alimentos.

En otro tramo de la misa, el obispo Ojea se lamentó que “nos halla pegado la globalización de la indiferencia” que instala la idea de que cada uno se arregle como pueda. “Yo también soy responsable de la necesidad de mi hermano. No me puedo lavar las manos. Somos hermanos. No me puedo desentender. Cada uno sabe qué grado de responsabilidad puede tener con respecto a su hermano”, en un mensaje claro a la indiferencia del gobierno hacia los más necesitados.

Del encuentro participaron los obispos Juan José Chaparro (Merlo-Moreno), Marcelo Margni (Avellaneda-Lanús), Eduardo García (San Justo), Jorge Torres Carbonell (Gregorio Laferrere), Gustavo Carrara (auxiliar de Buenos Aires), Oscar Miñarro (auxiliar de Merlo-Moreno) y casi cuarenta sacerdotes que concelebraron en la misa. 

 

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