“Estás desorientado y no sabés/ Qué bondi hay que tomar para seguir/ En triste desencuentro con la fe/ querés cruzar el mar y no podés…”. Así describe Catulo Castillo en su tango una situación que refleja la realidad actual del peronismo. Hoy, el movimiento nacional se encuentra desorientado, sin líderes visibles, sin ideas claras y en un silencio que le impide responder a las políticas de crueldad, hambre y miseria del gobierno de Javier Milei.
Un sector significativo del peronismo insiste en la idea de la “ancha avenida del medio”, buscando una alianza con el radicalismo de Martín Lousteau, con Horacio Rodríguez Larreta, con el peronismo cordobés de Martín Llaryora, sumando a los “gordos” de la CGT y a algunos gobernadores. Esta fue la misma postura que ya fracasó con Daniel Scioli, con Alberto Fernández y con Sergio Massa; a pesar de que se ganaron las elecciones de 2019, la gestión fracasó.
En estos días, también observamos a personajes como Guillermo Moreno, que plantean una futura alianza con la negacionista Victoria Villarruel, simplemente porque defiende las Islas Malvinas y ocasionalmente ofrece algún discurso nacionalista. Sería oportuno recordarle a Moreno que vuelva a leer a Jauretche, a Hernández Arregui o a Abelardo Ramos, para que rememore que en países semicoloniales como el nuestro siempre han coexistido dos tipos de nacionalismo: el oligárquico o conservador y el popular. Nadie duda de que la vicepresidenta pertenece al primero y el peronismo al segundo.
El peronismo corre el riesgo de terminar como el APRA peruano o el PRI mexicano, convertidos en partidos viejos, conservadores, anquilosados y sin respuestas a las necesidades del pueblo. Estuvimos muy cerca de ese destino después de los 10 años de menemismo, cooptados por la derecha local de Alsogaray y de las corporaciones económicas.
Cuando parecía que el peronismo se convertía en un partido de derecha sin alma, apareció Néstor Kirchner y recuperó su dignidad. Sobre el legado de 1945, llevó a cabo una profunda actualización doctrinaria e incorporó, junto a las históricas banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política, la defensa de los derechos humanos.
Vivimos tiempos difíciles por lo que es necesario reflexionar en voz alta sobre cómo recuperar esa originalidad que siempre caracterizó al peronismo desde su nacimiento y que el establishment político-económico nunca ha comprendido. Nos bombardearon la Plaza de Mayo, nos fusilaron, nos proscribieron durante 17 años y asesinaron y desaparecieron a más de 30 mil compañeros. Como si fuera poco, recientemente intentaron matar a Cristina Kirchner, no conformes con haberla proscripto y condenado en la justicia.
El próximo 17 de noviembre, el Consejo Nacional del PJ ha convocado a elecciones internas. La pregunta que debería hacerse la dirigencia y la militancia es: ¿para qué? Si es solo para elegir cargos y leer un documento escrito entre cuatro paredes, no sirve. El Congreso sería una excelente excusa para iniciar un debate serio sobre cómo recuperar el amor del pueblo. Para lograrlo, es imprescindible que todos participen en igualdad de condiciones: Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Ricardo Quintela, Gildo Insfrán, Sergio Massa, Juan Grabois, Guillermo Moreno, Máximo Kirchner y todos aquellos que tengan ideas y propuestas para construir mayorías.
Es crucial analizar las nuevas formas de comunicación, el manejo de la economía, el rol de las corporaciones y la especulación financiera, la búsqueda de la unidad latinoamericana y las relaciones con China y la región asiática. Para cambiar la realidad, primero hay que comprenderla. Debemos discutir qué tipo de democracia queremos. En 1983, la sociedad puso fin al partido militar. Hoy, quizás sea necesario impulsar una reforma constitucional que ponga fin al partido judicial. Perón lo hizo en 1946, descabezando la Corte Suprema de Justicia e incorporando la Justicia Laboral.
Escuchemos este breve audio de un minuto de un gran dirigente del peronismo, que nos recuerda que, para ser mayoría, hay que debatir nuevas ideas, confrontar con el otro, ganar la calle, estudiar, ser claros en nuestro rumbo, ganar la confianza de la gente y tener un corazón dispuesto al combate por un país mejor.
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