A pesar de las tensiones entre el presidente Javier Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, al relegarla durante la ceremonia de entrega de sables en las Fuerzas Armadas, ambos comparten una visión común: la “campaña de desprestigio” hacia las fuerzas armadas y la búsqueda de una “reconciliación” con la política.
Milei, al igual que su ministra Patricia Bullrich, busca incorporar a los militares en tareas de seguridad interior. Aunque públicamente el presidente afirmó que “él no hubiera ido” a la visita de legisladores a la cárcel para encontrarse con un grupo de genocidas condenados por crímenes de lesa humanidad, tanto su hermana Karina Milei como Martín Menem defendieron con firmeza esa acción.
A pesar de que Milei y su hermana apartaron a Villarruel del acto con las fuerzas armadas, el discurso fue consistente con el de la vicepresidenta: una campaña para dar vuelta la página y reconciliar a los uniformados con el pueblo. El presidente no dudó en defender nuevamente la postura de Bullrich y Petri sobre sumar a los militares al rol de policía, algo que no cuenta con el pleno acuerdo de los uniformados.
“El rol de las Fuerzas Armadas ha sido hasta ahora proteger exclusivamente de potenciales amenazas externas. Pero en este mundo interconectado, donde los conflictos entre ejércitos regulares son menos frecuentes y donde ciertos estados establecen vínculos con organizaciones narco-terroristas y del crimen organizado local, es imperativo que repensemos estos viejos paradigmas”, declaró el jefe de Estado.
Aunque la vicepresidenta estaba molesta, no respondió públicamente, pero dejó entrever su malestar. Villarruel recordó que ella es “parte de la familia militar”, ya que su padre fue teniente coronel y su abuelo materno contraalmirante. No obstante, aseguró que estará en Mendoza con las Fuerzas Armadas al conmemorarse el fallecimiento de José de San Martín.