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27 noviembre, 2024
PAÍS

El peronismo debe buscar nuevas ideas para derrotar a este gobierno cruel

Por Alfredo Silletta

Los recientes actos de Cristina Kirchner en Merlo y de Axel Kicillof en Mar Chiquita parecen un intento de demostrar que el peronismo está decidido a levantarse frente a un presidente que pretende desmantelar la justicia social, la solidaridad, los derechos laborales, la educación y la salud pública. Anoche, en medio del apagón mediático, el presidente fue claro al afirmar su deseo de un país para unos pocos, dejando al resto de la población en la miseria más absoluta, como en los inicios del siglo pasado, cuando en Argentina se trabajaban 18 horas al día, la gente moría por enfermedades curables, y cualquier protesta era brutalmente reprimida, como ocurrió en los talleres metalúrgicos Vasena, la Patagonia trágica o La Forestal en el norte santafesino.

Fue Perón quien estableció la jornada laboral de ocho horas, sueldos dignos, el aguinaldo y las vacaciones pagas. El Estatuto del Peón liberó a los trabajadores rurales de la esclavitud, garantizándoles un salario justo, y las empleadas domésticas adquirieron el derecho al descanso. Estas fueron las razones por las cuales el pueblo salió a las calles cuando la oligarquía arrestó al coronel Perón en 1945.

Sin embargo, esa es una historia antigua. Hoy, el mundo laboral ha cambiado: los obreros sindicalizados son una minoría, y la mitad de la población trabaja en la informalidad, no por culpa de los sindicatos, sino por los empresarios que prefieren invertir sus ganancias en la bolsa de Wall Street o comprar propiedades en Miami o Punta del Este, en lugar de invertir en el país. Estos son los mismos empresarios que aplauden a Milei, mientras él les advierte que “los va a fundir”.

El peronismo debe recuperarse del nocaut que recibió en las últimas elecciones. Según algunas encuestas, solo Cristina y Axel aparecen como los principales opositores al gobierno libertario. En un estudio del CEOP, Axel Kicillof y Leandro Santoro emergen como la renovación del peronismo, y en un trabajo de Opinión Lab, el gobernador se posiciona como el nuevo líder del movimiento, seguido por Cristina Kirchner, y mucho más atrás, Sergio Massa y Guillermo Moreno.

La pregunta que debe hacerse el peronismo es si basta con los discursos opositores de figuras como Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Ricardo Quintela, Leandro Santoro o Juan Grabois. La respuesta es claramente no. Es importante oponerse, como lo hicieron este fin de semana Cristina y Axel, pero no es suficiente. En un reciente estudio de la consultora Circuitos, los jóvenes de 16 a 24 años reconocen que están atravesando una situación muy difícil; consideran que las medidas de Milei favorecen a los ricos y perjudican a los trabajadores, pero aún así tienen la esperanza de que la situación mejorará, y un porcentaje significativo afirma que volvería a votarlo.

El próximo 17 de noviembre, el Partido Justicialista ha convocado a elecciones internas, tanto a nivel nacional como provincial. Estas elecciones deberían servir, no solo para elegir a las próximas autoridades, sino para iniciar un debate sobre el futuro que queremos. A veces, es necesario mirar al pasado para comprender el presente y planear el futuro. Perón dedicó dos años —de 1943 a 1945— a pensar en el país que quería construir, y Néstor Kirchner comenzó en 1998 con reuniones que dieron origen al Grupo Calafate, donde se delineó el proyecto de nación que buscaba.

Hoy, nuestra dirigencia está abatida y repetitiva. Aún hablan de la “ancha avenida del medio” y de sumar a Rodríguez Larreta, sectores del radicalismo, Pichetto o Moreno. Pero la salida por el medio no funcionará ante un gobierno brutal y despiadado. El peronismo debe plantearse un programa radical, nuevo y diferente. Un claro ejemplo es el de AMLO en México, quien apostó por una candidata más de izquierda que él, y avanzó en una reforma integral de la justicia, donde los jueces serán elegidos por voto popular. Cristina ha sido clara: el Partido Judicial en América Latina ha reemplazado a las Fuerzas Armadas, y si no tomamos medidas, no habrá futuro.

El peronismo debe trabajar en un programa revolucionario, cambiar el paradigma con una reforma judicial y laboral profunda. Ha llegado el momento de que los ricos paguen los impuestos, no los pobres. O cambiamos, o nos convertiremos en un partido conservador. Perón lo hizo en 1945, resistimos 18 años de dictaduras estando proscritos, nos renovamos en 1985, y Néstor lo hizo en 2003.

Es momento de volver a enamorar.

 

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