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23 noviembre, 2024
PAÍS

Perón, Cristina y esa idea maravillosa del trasvasamiento generacional

Por Alfredo Silletta

En la Carta abierta a los compañeros y compañeras peronistas y a los argentinos que nunca lo fueron, la expresidenta Cristina Kirchner afirma que está dispuesta a ser presidenta del Partido Justicialista, con la certeza de “trabajar en unidad con todos, ya que no sobra nadie”. En su extenso documento, plantea que es necesario “enderezar lo que se torció y ordenar lo que se desordenó”, así como crear un ámbito de discusión y participación que hoy no existe.

En su mensaje, Cristina se refiere dos veces a la necesidad de un “trasvasamiento generacional”, una expresión que muchos jóvenes —y no tan jóvenes— desconocen, y que fue incorporada por el general Perón en la década del sesenta, en pleno exilio. En estos tiempos es bueno recordar de  dónde venimos y hacia donde vamos.

Tras la fallida “Operación Retorno” a finales de 1964, Perón se encontraba debilitado en la conducción del movimiento. A diez años de su exilio, con la prohibición de hacer declaraciones desde España, parecía que su poder empezaba a menguar. ¿Qué estaba ocurriendo? Muchos dirigentes, especialmente sindicales, habían sido domesticados por las prebendas y beneficios otorgados por los gobiernos de turno. Estaban cansados de luchar por Perón y preferían un peronismo más moderado, conocido como “neoperonismo”, cuyo máximo exponente fue Augusto ‘Lobo’ Vandor, secretario de la Unión Obrera Metalúrgica, quien en esos días pronunció la famosa frase: “Para salvar a Perón, hay que estar contra Perón”.

Con 71 años, Perón vivía el momento más difícil de su carrera política. Tras el golpe militar de Onganía, el Partido Justicialista, junto con otras fuerzas políticas, fue prohibido, y la mayoría de los sindicatos, bajo el liderazgo de Vandor, confiaban en pactar con el régimen militar. En este contexto, Perón jugó una nueva carta magistral, como siempre había hecho en su conducción política: apostó a la juventud, que cada vez más se acercaba al pensamiento nacional a través de las “cátedras nacionales”, la apertura de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II, la Teología de la Liberación, y los escritos de pensadores como Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos y Juan José Hernández Arregui, entre otros.

En febrero de 1967, durante un congreso de la juventud peronista en Montevideo, Perón envió un documento que luego sería conocido como el trasvasamiento generacional, en el que invitaba a la juventud peronista a convertirse en la cabeza del movimiento justicialista:

            “El Comando Superior Peronista, que siempre ha seguido una conducta acorde con las necesidades de la conducción general, se ha visto perturbado por las siguientes causas:

  • División en la rama sindical del Movimiento ocasionada por el enfrentamiento de dirigentes.
  • Apatía en la acción de la rama política, porque no existe aliciente de cargos a la vista para los dirigentes, o porque están fatigados por la larga lucha, o porque temen la represión.
  • Falta de una acción unitaria por carencia de una conducción táctica apropiada, como consecuencia de las anteriores causas.
  • Falta de unidad y solidaridad peronistas en el horizonte directivo y, en parte, en la propia masa, demostradas por una acción desganada que tiende a generalizarse.”

Perón añadió en el documento:

            “Es indudable que tales defectos, especialmente imputables a los dirigentes, solo se podrán corregir mediante una verdadera revolución dentro del peronismo, y esa revolución deberá estar en manos de la juventud del Movimiento. Por eso, el Comando Superior ha venido propugnando desde hace tiempo la necesidad de un trasvasamiento generacional que pueda ofrecernos una mejor unidad y solidaridad, que presuponga para el futuro una unidad de acción de la que carecemos en la actualidad.”

 

La política del trasvasamiento generacional dio lugar a la formación de decenas de grupos juveniles que se declaraban peronistas, muchos de ellos en el ámbito universitario. Entre los más importantes de la época estaban el UNE (Unión Nacional de Estudiantes), de origen cristiano, liderado por Julio Bárbaro y los Ateneos de Rosario, Córdoba y Santa Fe; la Guardia de Hierro, comandada por Alejandro Álvarez, y el FEN (Frente de Estudiantes Nacionales), liderado por Roberto ‘Pajarito’ Grabois, un gran orador que, proveniente del marxismo, había sido presidente del Centro de Estudiantes de Sociología en 1964, y tras el golpe de Onganía, abrazó la causa peronista. Otros grupos, no tan relevantes en ese momento, fueron el JAEN (Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional), fundado por Rodolfo Galimberti, y la FURN (Federación Universitaria de la Revolución Nacional), con sede en La Plata, fundada por Rodolfo Achem y Carlos Kunkel, en la que más tarde se integraría Néstor Kirchner.

Cristina Kirchner, como Perón en su momento ha decidido que ha llegado el momento de un nuevo trasvasamiento generacional. Hay que volver a enamorar a esos jóvenes que ayer votaron a Milei y hoy sufren las políticas crueles del libertario. La tarea no será fácil, pero es el camino hacia una Argentina inclusiva y próspera, con todos adentro.

 

 

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