Ni siquiera después de que Donald Trump anunciara aranceles recíprocos a los países que comercian con Estados Unidos, el Gobierno de Javier Milei fue capaz de exteriorizar un mínimo de dignidad en defensa del país, sino que hasta sostuvo -falsamente- que Argentina fue beneficiada al ser una de las naciones con tasas más bajas (10%). Y hasta llegó al extremo de apoyar la medida del mandatario norteamericano, al considerar que se trata de “un criterio promercado”.
“Tenemos una posición bastante clara con los aranceles. En vista de la excelente relación que tenemos con Estados Unidos, lo que se puede entender es que esta medida confirma que Trump no es proteccionista, sino que hace geopolítica con los aranceles”, señaló esta mañana el vocero presidencial Manuel Adorni.
Además de insistir que Argentina fue beneficiada “cuando uno ve los aranceles que se pusieron a otros países”, Adorni fue más allá y defendió la iniciativa del mandatario estadounidense: “Creemos que su criterio es procomercio, y sube aranceles en países que cree que son proteccionistas y tienen un nivel de arancelamiento desproporcionado, algún tema de dumping que implica que ese arancel sea justificado”, agregó.
Sin embargo, no deja de resultar al menos llamativo que la administración libertaria se ufane de haber recibido el menor nivel de tarifas, cuando el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el chileno Gabriel Boric y el colombiano Gustavo Petro, en las antípodas ideológicas de su par norteamericano, también están incluidos en la lista del 10%. Por otro lado, al aluminio y al acero le propinaron un 25% en todo el mundo, incluida la Argentina, que exporta estos productos a Estados Unidos.
Por lo tanto, como el resto de los países de la región, los productos argentinos recibieron un 10% de aranceles recíprocos. De igual modo serán para Brasil, Chile, Perú, Guatemala, Honduras, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador y El Salvador. Las únicas excepciones fueron Bolivia, Nicaragua y Venezuela, con 20%, 18% y 15%, respectivamente.
En este contexto, quienes le vendían a Estados Unidos deberán pelearse para ubicar sus bienes en otros países, desde aquellos que responden al proteccionismo con la misma medicina, hasta una Argentina que marcha a contramano con apertura a las importaciones y un peso sobrevaluado que las favorece.
En consecuencia, y previendo un mundo en recesión, las materias primas, principales exportaciones de la Argentina, pierden valor. El petróleo se desvaloriza 7,6% para desgracia de Vaca Muerta, y la soja, el 1,2% para lamento de la región pampeana, e incluso también de parte del Norte Grande.
El arancel del 10% que impuso Estados Unidos afectaría principalmente a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Chubut, especialmente en sectores como hidrocarburos, agroexportaciones y manufacturas. Además, la medida pone en riesgo el superávit comercial de 228 millones de dólares registrado en 2024.
Desde el punto de vista social, Santa Fe y Córdoba enfrentarían riesgos en el empleo dentro de la agroindustria, particularmente en las plantas de crushing de soja. En Chubut, la caída en los ingresos por petróleo podría desalentar nuevas inversiones en el sector energético, mientras que en Buenos Aires se verían afectados los frigoríficos y la actividad minera.
En tanto, un arancel del 10% afectaría particularmente a sectores clave de las exportaciones argentinas. Entre los productos más expuestos se encuentran los aceites crudos de petróleo, con exportaciones por 262 millones de dólares en diciembre y aproximadamente 2.500 millones anuales, lo que representa el 38% de las exportaciones al país del norte.
En total, la reducción total de exportaciones argentinas podría ubicarse entre 300 y 900 millones de dólares anuales, lo que representaría una caída del 5% al 15% del total enviado a Estados Unidos. Como consecuencia, el superávit comercial de 228 millones alcanzado en 2024 podría revertirse, generando un déficit.
Mientras, algunos países reaccionan a la guerra comercial devaluando sus monedas para tornar más baratos sus productos. Con excepción de la Argentina, que apuesta al peso fuerte para bajar la inflación aun a costa del empleo.
El hecho es que, a pesar de lo que falazmente plantea el gobierno de Milei, los aranceles de Trump afectan entonces de modo indirecto a la economía argentina, pero también de manera directa. Por un lado, las exportaciones de energía (petróleo y nafta) y alimentos (aceite de soja, vino, maní, miel) de la Argentina a Estados Unidos, deberán empezar a pagar un arancel del 10%, salvo que el presidente logre este jueves que su “amigo” Trump los rebaje…