A pesar de que era algo esperable, la renuncia de Manuel García-Mansilla a la Corte Suprema provocó un duro cimbronazo para el gobierno de Javier Milei: “Una gran pérdida y un gran daño para el país”. Así, con resignación y cuestionamientos a la oposición, analizaron en Casa Rosada la salida del jurista del máximo tribunal, después de que el Senado rechazara su pliego el jueves último.
Es que el mal trago para la administración libertaria se acentúa todavía más, en medio de un escenario más que complejo en materia económica, con el interrogante todavía abierto en torno al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Mientras tanto, cerca de Milei aseguran que no volverán a insistir con nuevos pliegos hasta diciembre, después de que asuman en sus bancas los nuevos legisladores, ya que están convencidos de que con la composición actual del Senado no lograrán buenos resultados y, por más que desde diciembre tampoco tendrán los números suficientes, especulan con que harán una buena elección y eso les daría más fortaleza política para dar la batalla.
En caso de volver a presentar nuevos pliegos, desde el Gobierno no descartan que podrían insistir con García Mansilla. También suman el nombre de Ricardo Manuel Rojas, quien fue secretario de la Corte Suprema y miembro del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°18 de la Capital Federal.
Otra idea que plantea un sector del oficialismo es la de, pasadas las elecciones de octubre, abrir un tipo de negociación distinta que implique, por ejemplo, la ampliación de los miembros de la Corte y buscar, de esa manera, algún tipo de consenso con la oposición. De todas maneras, son conscientes de que ese plan -sostenido por los sectores más dialoguistas- no podría implementarse en el corto plazo.
Y mientras en el Gobierno intentan asimilar la renuncia de García Mansilla, desde el círculo íntimo de Milei sostienen que la idea es que quede en evidencia el problema de funcionamiento que afrontará el máximo tribunal con la actual conformación, el principal argumento que utilizó el presidente para avanzar con los nombramientos por decreto en febrero pasado.
En cambio, tras la fallida candidatura de Ariel Lijo, en la mesa chica del Gobierno aseguraron que se agotaron las instancias con el juez federal y apuntan a un nuevo nombre y con un perfil mucho más cercano a las ideas libertarias.
“Se terminaron los gestos con la oposición. Enviamos el pliego de Lijo, que era del visto bueno de la mitad del Senado y así nos respondieron. Ahora tenemos ganas de mandar a Ricardo Rojas y García Mansilla, vamos a mandar a dos de perfil liberal y listo”, desafiaron.
Por ahora sin autocrítica por la fallida estrategia parlamentaria y en las negociaciones para lograr la aprobación de los pliegos, en el Gobierno consideran que la oposición deberá “hacerse cargo” de que la Corte Suprema “no puede funcionar con tres integrantes”, por lo que quedará “trabada”.
“Se necesitan tres votos y hoy no los tiene la Corte”, enfatizan quienes hacen hincapié en las diferencias entre Ricardo Lorenzetti con Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. De todas maneras, en Casa Rosada no preparan nuevas jugadas al menos en el corto plazo: “La gente les va a cobrar en las urnas que hicieron todo para impedir y que por primera vez le rechazaron los pliegos a un presidente”, se victimizan.