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26 abril, 2025
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Milei prefirió reunirse con dos enemigos de Francisco, llegó tarde a Roma, y no fue al último adiós al Papa

Javier Milei protagonizó un bochorno diplomático, ya que no llegó a tiempo para despedir al papa Francisco en la Basílica de San Pedro. Cuando finalmente se presentó en el Vaticano, el féretro del pontífice ya había sido cerrado, lo que impidió que el presidente pudiera rendirle homenaje en persona, tal como había anunciado.

Después de tres días en los que desfilaron 250 mil personas por la capilla ardiente de la Basílica de San Pedro para despedir al sumo pontífice, Milei eligió no pasar por el Vaticano, por cuanto ya se había cerrado el féretro, e ir directamente a su hotel. En cambio, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue el último mandatario que despidió a Jorge Bergoglio y destacó su “sabiduría, coraje y compasión”.

El episodio generó desconcierto en su propia comitiva y críticas en redes sociales y medios internacionales, que calificaron el hecho como una muestra de desorganización y falta de respeto institucional. La agenda oficial no brindó detalles sobre los motivos del retraso, aunque fuentes cercanas al Gobierno señalaron “cuestiones logísticas” sin mayores precisiones.

La última actividad encarada por el presidente antes de emprender el viaje a Roma, fue entregarle el Doctorado Honoris Causa de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE) al economista español Jesús Huerta de Soto. El acto tuvo otra figura estelar, Alberto Benegas Lynch (h), que fue el fundador y primer rector del ESEADE. Milei los considera sus verdaderos mentores.

Curiosamente (o no tanto), los dos son críticos acérrimos del Papa Francisco. El libertario argentino protagonizó un sonado escándalo durante la campaña de Milei a la presidencia cuando, en el acto de cierre, llamó a “romper relaciones con el Vaticano mientras prime allí el espíritu totalitario”.

El hecho es que la participación del mandatario en el acto libertario duró más de dos horas y retrasó la salida del vuelo hacia Roma, donde una multitud desfilaba frente al féretro con los restos mortales de Bergoglio.

La ausencia de Milei en el momento clave del homenaje resultó especialmente llamativa, considerando los esfuerzos recientes del presidente por recomponer su vínculo con la figura del Papa, luego de años de agravios públicos. Su llegada a Roma había sido presentada como un gesto de reconciliación, pero el traspié volvió a poner en evidencia la fragilidad de esa narrativa.

Desde el entorno presidencial evitaron hacer comentarios, mientras que en sectores sociales se recibió con molestia la actitud del mandatario.

“Le guste a quien le guste, el papa Francisco ha sido el argentino más importante de la historia”, declaró Milei en las últimas horas, y dijo viajar en representación de “los argentinos de fe católica que veían al Papa como un líder impresionante”. Mientras el presidente abandonó sus ataques a la figura de Bergoglio, a quien supo llamar “representante del maligno en la tierra”, los trolls de la ultraderecha argentina en redes sociales siguieron tildándolo de “comunista”.

 

 

 

 

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