“Siempre el pueblo regresa. Tal vez con distintos nombres, tal vez de distintas formas. Pero siempre hay un modo de organización popular, y esta es nuestra obligación como militantes, pase lo que pase”, afirmó anoche Cristina Fernández de Kirchner desde la sede del Partido Justicialista, en un acto para conmemorar los fusilamientos de José León Suárez.
Acompañada por el gobernador Axel Kicillof y dirigentes de diversos sectores, la expresidenta se refirió a la amenaza del partido judicial de encarcelarla para impedir su candidatura en las elecciones de la provincia de Buenos Aires.
“Este gobierno cachivache finalmente va a fracasar, porque estos modelos han fracasado históricamente. Seguramente piensan que, cuando eso ocurra, no haya nada organizado que lo sustituya. Pero los peronistas estamos acá, y vamos a seguir estando, le guste a quien le guste”, disparó.
Con tono irónico, el diputado Leo Grosso abrió el acto con una frase que generó sonrisas: “Hoy ponemos los fideos, estamos todos y todas”. El evento, previsto inicialmente para homenajear a los fusilados del ‘56, se transformó en una demostración de unidad peronista ante los rumores de una inminente condena judicial contra Cristina.
Kicillof ocupó la primera fila, acompañado por Mayra Mendoza, Mariel Fernández, y rodeado por intendentes como Mario Secco, Andrés Watson y Fernando Espinoza, además de funcionarios como Carlos Bianco, Andrés “Cuervo” Larroque y la vicegobernadora Verónica Magario. Una postal del deshielo entre el gobernador bonaerense y la expresidenta, tras su reunión del jueves pasado.
“La casualidad no es una categoría política”, comenzó Cristina, evocando los fusilamientos cometidos por la dictadura de 1955: “Asesinaban gente por ser peronista”. Hoy, dijo, el partido que actúa es otro: “Es el partido judicial. Bastó con que anunciáramos una candidatura para que se desataran los demonios. Porque este modelo tiene fecha de vencimiento”.
“Algunos creen que pueden derrotarnos o humillarnos con esto. Pero mientras caminan por la calle libres de polvo y paja los que hicieron el megacanje, los que endeudaron al país dos veces con el FMI, los de las autopistas y el Correo, créanme que estar presa sería un certificado de dignidad”, afirmó entre los aplausos.
Apuntó directamente al Grupo Clarín y a la Corte Suprema, a la que calificó como “la guardia pretoriana del poder económico”, y sostuvo que el intento de proscripción obedece al temor de que surja una alternativa real al gobierno de Javier Milei. “Este modelo va a fracasar como siempre, y quieren que no haya nada organizado que lo reemplace. No quieren arriesgar sus ingentes ganancias”, argumentó.
“Estoy sentada acá porque soy una fusilada que vive. Y no me va a alcanzar la vida para agradecerle a Dios por estar viva”, dijo Cristina, rodeada de familiares de las víctimas de los fusilamientos. A casi tres años del intento de asesinato que sufrió, y a las puertas de una sentencia judicial que podría inhabilitarla, la exmandataria tejió un puente histórico entre distintas etapas de persecución política en la Argentina.
Luego del acto, salió a la calle a hablarle a la militancia: “No estamos interpelando a las bases y, mientras tanto, escucho que están discutiendo lugares en las listas. ¡Déjense de joder de una vez por todas! Hay que escuchar lo que está pasando porque esto va a traer una gran crisis y nos exige prepararnos para ser alternativa”. Y concluyó: “Si no lo hacemos por mezquindades o estupideces, la historia no se va a detener, porque los ríos siempre avanzan. Necesitamos mucha militancia y solidaridad. Y nadie nos va a creer que seremos solidarios con ellos si nos ven despedazarnos entre nosotros”.
En esa línea, pidió estar “al lado de los que sufren” y llamó a construir “una unidad que asegure la victoria”.