En medio de una economía con mayoría de sectores productivos, comerciales y sociales afectados por el brutal ajuste del gobierno de Javier Milei, una vez más el campo demostró en las últimas horas tener el poder suficiente como para sentirse el triunfador en la cima del poder real: en sólo una semana, el presidente y su ministro de Economía, Luis Caputo, se reunieron en público y en privado al menos cinco veces con referentes ruralistas para intentar evitar que el cierre de la muestra de la Rural sea un mar de críticas para un mandatario que les prometía bajar retenciones y no lo hacía.
El anuncio oficializado ayer ante tribunas que no dejaron de aplaudir a Milei, busca, por un lado, que el flujo de dólares por las exportaciones no se detenga en los próximos meses y, por el otro, ganar la voluntad política de la masa de habitantes del interior de la provincia de Buenos Aires para consolidar a La Libertad Avanza en las elecciones de septiembre. Es que, para el oficialismo, el triunfo bonaerense es una necesidad en el camino hacia la votación nacional de octubre, en la que se juega su destino político.
Y mientras el gobierno libertario se jacta y disfruta de su crueldad, castigando a los sectores más desprotegidos de la sociedad, aplicando la maldita motosierra sobre trabajadores, Pymes, discapacitados, jubilados, la educación y la salud públicas, demuestra que sólo le interesa quedar bien con los patrones del campo, aunque eso signifique resignar no menos de 700 millones de dólares de recaudación.
De esta manera, quedó claro que en la Casa Rosada -seriamente afectada por el inicio de la sequía de dólares del agro y las presiones para llevar a cero las retenciones a la soja- se rindió y finalmente anunció una baja de retenciones que va desde la carne a la soja. En la práctica, gastó la plata que les había retaceado hasta a los jubilados para contener a un sector en rebelión moderada, reflejando que Milei estaba asustado por la falta de dólares, y los anuncios de ayer no fueron más que la respuesta a la desesperación oficial para que el campo liquide más divisas y le de plafón al Gobierno para llegar a las elecciones con dólar quieto e inflación intervenida.
Por lo tanto, una vez más, la ausencia de dólares le marcó el ritmo al gobierno. El último viernes se encendieron todas las alarmas en el Palacio de Hacienda cuando vieron que las liquidaciones del campo se habían derrumbado casi a cero, apenas 28 millones de dólares, por lo cual, ante ese sombrío panorama se divisiva una inevitable disparada de los precios solo habría un paso, con el consecuente impacto en el humor social en medio de la campaña electoral bonaerense y nacional.
En consecuencia, la decisión tiene toda la lógica electoral que se le puede pedir: le consolida a Milei el voto del centro a la derecha y lo deja parado como el mejor representante de ese sector de la sociedad.
No es un dato menor el efecto macroeconómico de la medida, lo que habla del pragmatismo que activa Milei cuando está contra las cuerdas: los primeros cálculos estima un costo fiscal de un punto del PBI, lo que significa que el anuncio es un sacrificio del culto libertario al superávit, ofrecido en el altar de las necesidades electorales.