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27 octubre, 2025
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El peronismo, en su hora más dura: resolver la interna y volver a enamorar

Por Alfredo Silletta

El peronismo estaba seguro de que festejaba, pero no. El país se tiñó de violeta. Incluso se perdió —por menos de un punto— la provincia de Buenos Aires, que hace apenas dos meses se ganaba por 14 puntos.

El festejo fue de La Libertad Avanza. Habrá que analizar, con la cabeza más fría, qué pasó. Porque un 41% de los argentinos votó a quien les quitó derechos, les bajó las jubilaciones, los salarios, quebró empresas, paralizó la obra pública y deterioró la salud y la educación.

Quizás el peronismo deba comprender que muchos argentinos valoran más la estabilidad de precios que la justicia social. Que celebran haber levantado el cepo, aunque no lleguen a fin de mes. Que sienten alivio por poder comprar un dólar, viajar al sur de Brasil o pedir por Amazon una pava eléctrica o un vestido en Shein. Es esa clase media aspiracional la que prefirió darle una nueva oportunidad a Milei antes que enfrentar el caos económico que —según se temía— estallaría si el libertario perdía las elecciones.

¿Qué pasó con el peronismo?

No ofreció nada. Solo una consigna valiosa —“ponerle un freno a Milei”— pero sin horizonte. Ya no alcanza con una unidad de cartón. Hay que resolver la interna de una vez y para siempre y construir una propuesta renovadora, clara y movilizadora, capaz de volver a enamorar a los argentinos con la idea de un país más justo.

Si Cristina Kirchner, dos veces presidenta, junto a Máximo y La Cámpora quieren conducir el peronismo, tienen derecho. Si Axel Kicillof, dos veces gobernador, quiere hacerlo, también. Lo mismo Sergio Massa, Gerardo Zamora, Martín Llaryora o Juan Grabois. Pero lo urgente es que el movimiento resuelva su interna y deje de sangrar hacia adentro. Desde 2013, el peronismo vive dividido y solo ganó en 2019 pegando con alambre a todos los sectores. Aquel gobierno fue, en el mejor de los casos, un intento fallido.

Mientras tanto, Milei fue claro. No quiso juntarse con nadie. Apostó a todo o nada y ganó. Desde 2023 creció con más de 1,3 millones de votos, y los que antes habían apoyado a Bullrich terminaron sumándose a La Libertad Avanza. Hoy, como en gran parte del mundo, la derecha tiene discurso, identidad y liderazgo, mientras el centro se desvanece.

En la Biblia, el Apocalipsis dice: “A los tibios los vomita Dios”. Y eso parece repetirse en la Argentina desde hace más de una década. Lo sufrieron Sergio Massa con el Frente Renovador, Horacio Rodríguez Larreta con su “avenida del medio”, y ahora Provincias Unidas, el armado de varios gobernadores —entre ellos Llaryora, Pullaro y Nacho Torres— que fracasó incluso en sus distritos.

Milei, hay que reconocerlo, apostó al futuro y al caos del peronismo. Lo hizo en 2023 y lo repitió ahora. El 41% lo volvió a respaldar —aunque hace dos años fue el 53%— y lo logró, en parte, con el apoyo del Tesoro norteamericano, Donald Trump, el FMI y Wall Street. No es menor.

Trump incluso publicó en redes: “Felicitaciones al presidente Javier Milei por su aplastante victoria en Argentina. ¡Está haciendo un trabajo excelente! El pueblo argentino justificó nuestra confianza en él.”

En momentos tan difíciles, vale recordar las palabras de Leonardo Favio tras la dura derrota de 1983: “Compañero, ¿qué hacés sentado a la orilla del camino de la desesperanza? No hay tiempo para ello. No nos lo podemos permitir. Así nos lo señalan nuestros mártires, nuestra desolada América y la vida que avanza. Ser peronista hoy más que nunca es una ineludible responsabilidad. Aquí comienza la tarea de la reconstrucción de nuestro movimiento. ‘El cruce del desierto’ que debemos iniciar extirpando quirúrgicamente de las entrañas del mismo a los traidores expertos en roscas que nos llevaron a postergar nuevamente nuestro sueño revolucionario, prolongando así el dolor de tanta gente.”

Aquellas palabras siguen vigentes.

El peronismo no está muerto, está herido y a la espera de su resurrección. Su desafío no es solo resolver quién conduce, sino volver a enamorar al pueblo con una causa que hable del futuro, la justicia social y la dignidad nacional.

Porque la historia lo demuestra: cuando el peronismo se reinventa, vuelve para cambiarlo todo.

 

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