Los intendentes del conurbano están preocupados por temor a un estallido en los sectores más vulnerables. Casi todos los jefes comunales han aumentado la ayuda social, rediseñando los presupuestos para aguantar los próximos meses.
Los números desde que asumió Mauricio Macri son elocuentes: La inflación trepo un 52,6% en lo que va del año para los sectores más humildes y un 46% para los asalariados. El poder de compras se desmoronó y el trabajo informal (changas, cortar el césped, trabajo en casas de familia, etc) se redujo brutalmente.
El aumento del transporte fue brutal y una persona que toma dos colectivos, un tren y el subte pierde gran parte de su salario. El aumento de la luz, el agua y el gas, acrecentarán la pobreza en amplios sectores que no podrán pagar la boletas.
En un informe de la UCA se dice que la pobreza aumento en el primer trimestre con un millón y medio de personas bajo la línea de la pobreza. La tasa de indigencia se elevó del 5,3% el año pasado a un 6,9% en los primeros meses del año.
En los últimos tiempos han aumentado dramáticamente los merenderos y los comedores populares. “Donde había un centro cultural o se enseñaba a los jóvenes estudios con el Plan Fines, hoy hemos vuelto a armar los comedores porque las familias tienen hambre. Es un retroceso”, dice Rosita, de un comedor de Quilmes.
Todos los intendentes, sean más kirchneristas, más peronistas o dialoguistas están preocupados y con razón. “Nos creció la demanda alimentaria en casi un 60% respecto al mismo semestre del año pasado. Esto ocurre porque claramente empezó a haber mucha más gente en los comedores; las colas de la garrafa social nuestra que subsidiamos es cada vez más larga y los pedidos de trabajo se multiplicaron”, dice Gabriel Katopodis, intendente de San Martín.
La intendenta de La Matanza, Verónica Magario, afirmó que “hay una complejidad social, la inflación y los despidos han generado familias que ya no llegan a comer”. Por su parte, el ex intendente Fernando Espinoza afirmó que “en los comedores de La Matanza ya hay un doble de chicos que antes”.
Daniel Arroyo, del Frente Renovador, y un experto en pobreza dio varias razones. “La primera es el parate de las changas. El conurbano es un mundo de complementos. El hecho de que se haya parado el sector de la construcción y el textil, significa que se ha parado el mundo de los que trabajan haciendo changas y complementando ingresos. El segundo dato objetivo es que hay más gente en los comedores comunitarios; en el conurbano bajó el consumo de carne y leche, y subió el consumo de harina, es decir, no solo hay más gente en los comedores sino que están comiendo peor. Y lo tercero me parece que los tarifazos vienen a complicarlo aún más porque básicamente lo que hace es sumarle un costo fijo a una familia, una familia que venía tecleando además arranca el mes con un costo fijo alto y eso termina de descompensarla”, afirma Arroyo.
La gobernadora María Eugenia Vidal duplicó el presupuesto para los comedores escolares de los 135 municipios, con un costo fiscal extra de $1.200 millones, pero los jefes comunales dicen que no alcanza.
Los intendentes saben que la pobreza complica todo. Reconocen que cuando no hay dinero lo primero que se hace es dejar de pagar el ABL (alumbrado, barrido y limpieza), por lo cual las arcas del municipio se achican. En el medio de esta preocupación, el gobierno bonaerense ya adelantó que se vendrá un nuevo revalúo en las propiedades para el próximo presupuesto que comenzará a discutirse en septiembre.
Los intendentes del peronismo en el conurbano controlan 15 comunas (Malvinas Argentinas, José C. Paz, Moreno, San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, Merlo, La Matanza, Ezeiza, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora, Avellaneda, Almirante Brown, Florencio Varela y Berazategui); Cambiemos controla 6 municipios (San Isidro, Vicente López, Tres de Febrero, Morón, Lanús, San Miguel y Quilmes); el Frente Renovador controla dos municipios (Tigre y San Fernando). Todos están preocupados. Los los peronistas lo dicen, lo de Cambiemos mantienen silencio pero por lo bajo reconocen la difícil situación.
Hoy el conurbano es un tembladeral. Los jefes comunales lo saben y trabajan todos los días para que no estalle, porque los perjudicados siempre son los más humildes. Mientras tanto, el presidente Macri se conforma con los aplausos de la Sociedad Rural.