A poco de tomar la palabra en la Conferencia Industrial, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, sintió la garganta reseca, echó mano a la copa de cristal repleta de agua fresca y antes de beber, preguntó al auditorio: “¿Esta agua no está envenenada, no?”. El comentario, al que sucedió un escueto “je” del titular de la cartera productiva, cosechó un segundo inicial de confusión y luego algunas risas perdidas en el amplio salón del complejo de convenciones. Luego no dudo en defender las políticas económicas y de apertura económica de Mauricio Macri
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