En una encantadora nota de Horacio Verbitsky bajo el nombre de “Cuidado con los riñones”, relata el odio del senador Miguel Ángel Pichetto sobre los aborígenes y la inmigración de la América Latina, además de despreciar a la comunidad judía. El periodista de Página 12 cuenta que el general Juan Domingo Perón, además de tener sangre tehuelche, tomo una serie de medidas a favor de los aborígenes.
Aquí la nota completa:
“El Senador Miguel Pichetto excluyó a CFK del bloque que preside, antes de que sea electa. También dijo que cuando se habla de los mapuches siente un tufillo a senderismo y que son chilenos que nos quieren robar la Patagonia, lo cual exigiría para defenderla una reconciliación con las Fuerzas Armadas. Así como el gobierno no discrimina a los pueblos originarios porque les da el mismo tratamiento que a los docentes, los trabajadores despedidos y los movimientos sociales, también Pichetto distribuye sus exabruptos con ecuanimidad. A su juicio, el atentado a la DAIA “le costó la vida a argentinos de religión judía y a argentinos argentinos que estaban en ese lugar”. Cuando la DAIA lo repudió, pidió disculpas “por esta desafortunada frase”, anticipando el estilo de la Alianza Cambiemos, a quien se le da con la misma facilidad la burrada y la rectificación. “Indudablemente cometí un error, en virtud del calor del debate”, que es cuando afloran las filias y las fobias. También coincidió con Maurizio Macrì, quien en 2010 atribuyó a “la inmigración descontrolada” la ocupación del Parque Indoamericano. El año pasado, Pichetto dijo que la Argentina funciona “como ajuste social de Bolivia y ajuste delictivo de Perú” e “incorpora toda esta resaca porque no tenemos control migratorio”. El fantoche neonazi Alejandro Biondini dijo que Pichetto lo hacía sentir un moderado. Es natural que lo erice la idea de coexistir en el mismo bloque con la ex presidente. Menos razonable es que invoque para ello el peronismo. Perón no solo hablaba la lengua mapuche sino que escribió una Toponimia Patagónica de Etimología Araucana, publicada en 1936. El secretario Legal y Técnico de su última presidencia, Julio C. González, se refirió a esa obra en su libro Desde la Patagonia hacia Hispanoamérica.
Según González, en 1944, Perón recibió al cacique Cayuqueo en la Secretaría de Trabajo y Previsión y ambos hablaron en la lengua mapuche. Perón quiso saber quién era el hombre que llegó con el visitante.
– El director de Migraciones –respondió Cayuqueo.
Así supo que, desde Roca, los aborígenes no podían ingresar a la Capital Federal sin permiso de la Dirección de Migraciones, dice González. Perón redactó un decreto derogando esa restricción y se lo envió al presidente Edelmiro J. Farrel, de modo que “los ciudadanos autóctonos (‘indios’) tuvieran libre acceso a la Capital Federal y a todos los lugares del país”.
Otro funcionario de Perón, el ex secretario de asuntos culturales de la Cancillería, Enrique “El Gordo” Oliva, quien con el seudónimo de François Lepot fue corresponsal de Clarín, contó el 30 de julio de 2000 a La Nación que durante su exilio en Caracas Perón dijo en presencia de Juan Carlos Cornejo Linares, Manolo Buseta y John William Cooke: “Me siento muy honrado por llevar sangre tehuelche, descendiendo por vía materna de quienes poblaron la Argentina desde siglos antes de llegar los colonizadores”.
En los últimos tiempos, Pichetto cambió algunos hábitos y cubre en auto los 1600 kilómetros que separan la Capital Federal de Bariloche. Ese trayecto no le insume menos de veinte horas en la ruta atravesando cuatro provincias: Río Negro, Neuquén, La Pampa y Buenos Aires. En cambio, el vuelo entre ambos destinos insume apenas dos horas y media. La opción de Pichetto por la carretera no obedece a una razón económica. El pasaje aéreo de ida y vuelta oscila entre 4400 y 5100 pesos según la línea aérea y el día. En cambio, la estimación del Buscador de Rutas Argentinas para un vehículo naftero estándar es que el itinerario se cubre con 158 litros de nafta. A 19,74 por litro en la Capital, son 3118,92 pesos; a 15,94 en Bariloche, otros 2518,52 pesos; en total 5637,44 pesos, a los que hay que sumarle los peajes, las comidas y eventualmente el alojamiento, para no manejar tantas horas sin descanso. No está claro si esta antieconómica e incómoda decisión se explica por la belleza de los paisajes sureños, entre lagos y montañas, por sus provocativas opiniones o simplemente por haber sido una personalidad conocida en el gobierno de quien llama La Señora.