Todo parecería indicar que el Gobierno y la CGT se encaminan hacia un rápido acuerdo sobre los grandes lineamientos del proyecto oficial de reforma laboral. El visto bueno de la central obrera será clave para el oficialismo, que de ese manera vería facilitado el tratamiento de la iniciativa en sesiones ordinarias durante diciembre.
Por ahora, el Gobierno sólo habría cedido en cambiar el concepto de “trabajo” que introducía el texto original, y que para los gremios amenazaba toda la estructura de la legislación protectora de los derechos de los trabajadores.
Mientras tanto, en los despachos del Ministerio de Trabajo no se disimulan las sonrisas, teniendo en cuenta que más allá de la pirotecnia inicial por parte de los sindicatos sobre los alcances de la reforma, por estas horas son más los entendimientos que las diferencias entre las partes.
Uno de los motivos para el acercamiento es que tanto el Gobierno como la CGT admiten que la discusión bilateral es el mejor de los escenarios posibles a partir de la presentación del proyecto de ley, a lo que se suma una cuestión que tanto unos como otros temen: la asunción de Cristina de Kirchner como senadora, lo que significará una lógica hegemonía de la atención pública en torno suyo en caso de estar vigente para ese momento la discusión parlamentaria.
Por eso mismo, en las mesas de negociaciones de estos días, los representantes de uno y otro lado se comprometieron a acelerar los trámites, para evitar justamente los previsibles contraataques que vendrán del lado de la ex presidenta apenas asuma su banca.
Preparando ese terreno, uno de los secretarios cegetistas, Héctor Daer, reconoció que el proyecto de reforma contiene iniciativas “positivas” como el blanqueo laboral y las prácticas de formación profesional, y que no se puede comparar con la aplicada en Brasil, aunque se diferenció en cuanto a que se trata de “un texto muy lejano a toda la doctrina del Derecho laboral en la Argentina”.
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Estos son los primeros desaparecidos del proyecto de ley laboral