“Estaremos cerca de nuestros hermanos, para que puedan conservar las fuentes de trabajo y que no se vulneren los derechos de los trabajadores”. Con estas palabras, el flamante presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, dio hoy el puntapié inicial a lo que será el nuevo rumbo que adoptará la Iglesia argentina.
Para que no queden dudas, subrayó que “para la doctrina social de la Iglesia, el trabajo no es una mercancía, sino que hace a la dignidad de la persona, es el gran ordenador de la vida”.
A pesar de no haber hecho una referencia puntual a la reforma laboral que impulsa el gobierno de Mauricio Macri, era obvio que el obispo de San Isidro estaba hablando de ese proyecto, al sostener que “la Iglesia confía en la capacidad creativa de los argentinos para salir adelante, y superar las situaciones de falta de empleo”.
Agregó: “Nosotros somos muy sensibles a esto, y vamos a estar observando estas situaciones y, al mismo tiempo, sabemos que necesitamos crear fuentes de trabajo”.
En lo que fue su primera aparición pública desde su elección como presidente del Episcopado, Ojea anticipó que, en sintonía con el pensamiento del papa Francisco, trabajará para que “nadie quede excluido del cuidado de la vida en todas sus dimensiones”.
Y al describir la misión de los obispos y sacerdotes, sostuvo: “Nuestro lugar como pastores es estar junto al pueblo y, de un modo particular, frente a nuestros hermanos los pobres”.
La semana pasada, Ojea fue votado por amplia mayoría por los obispos al frente del Episcopado, y reemplaza en esa función al arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, que impulsó una línea moderada y dialoguista con el Gobierno. Por lo tanto, su designación marcará un evidente cambio de rumbo de la Iglesia en el país.