El nombre de Eduardo Freiler fue uno de los primeros que apareció en la lista negra de magistrados en la mira del Gobierno por sus fallos contrarios a los intereses de la Casa Rosada. Por eso mismo, se entiende la satisfacción de Mauricio Macri al celebrar hoy su destitución.
Finalmente, el oficialismo logró su objetivo, y Freiler fue separado de su cargo por enriquecimiento ilícito, a pesar de que ya había sido juzgado penalmente por esa razón, proceso en el que fue sobreseído.
No hay que olvidar que el juez fue uno de los que procesó al presidente en la causa por escuchas ilegales cuando Macri era jefe de Gobierno porteño, y que también votó a favor de archivar la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner por presunto encubrimiento del atentado a la AMIA.
Pero en realidad, Freiler selló su destino como camarista, al ser el único que se pronunció a favor de revisar el llamado a indagatoria de los Ceos de Clarín y La Nación, Héctor Magnetto y Bartolomé Mitre, respectivamente por la causa Papel Prensa, cuando los otros dos integrantes de la Cámara que integraba votaron en contra.
Fue allá por noviembre de 2015 que los abogados de esos dos multimedios pidieron su apartamiento de la causa por prejuzgamiento y, después de la presentación de una nueva denuncia, incluyeron la figura de “enemistad manifiesta”.
Desde ya que en el Gobierno saben que en los tribunales federales de Comodoro Py el cimbronazo fue muy grande. “Ahora algunos jueces pícaros se van a portar mejor”, sostienen en los despachos oficiales. Y ya se habla que Daniel Rafecas y Rodolfo Canicoba Corral son los próximos apuntados, y posiblemente sean los protagonistas de lo que advirtió el Subsecretario de Justicia, Juan Bautista Mahiques, quien anticipó que “pueden haber novedades sobre otros jueces”.
La destitución de Freiler se logró con los votos de los camaristas Inés Cantisani y Mario Márquez, los senadores Walter Barrionuevo (peronismo) y Silvia Giacoppo (Cambiemos) y el diputado Hugo Marcucci (Cambiemos), mientras que Raúl Piaggio tuvo una disidencia parcial, y la kirchnerista Diana Conti, en disidencia total, había pedido la nulidad del juicio.
Como no podía ser de otra manera, Macri celebró la separación del juez, al decir que “es un paso enorme hacia la Argentina de la seriedad, hacia el fin de la impunidad, y a que realmente volvamos a creer en las instituciones”.
Y seguidamente felicitó a “los consejeros de la magistratura que tomaron esta decisión, porque creo que por este camino vamos a ser cada vez más confiables, predecibles, creíbles y eso va a generar una reducción sistemática de la pobreza y un aumento de las posibilidades de progreso para todo el país”.