Neuquén, Río Negro y Chubut. Pero también Córdoba, Santa Fe y Tucumán, además de San Juan, Entre Ríos y La Pampa: éstas serán las primeras nueve provincias que marcarán la temperatura electoral en la primera mitad del año y que, mal que le pese al Gobierno, van a traducirse en una inevitable “cadena de derrotas” en la mayoría de esos distritos que elegirán gobernador y legisladores provinciales.
Quienes están cerca de Mauricio Macri reconocen que el pronóstico está lejos del optimismo, teniendo en cuenta que las encuestas ya marcan una tendencia irreversible y contraria para las expectativas de Cambiemos.
De todas maneras, en Casa Rosada intentan quitarle dramatismo a lo que ocurrirá en esos comicios, porque argumentan que nada de lo que pase influirá en las decisivas PASO de agosto y, sobre todo, en las presidenciales de octubre, en las que Macri irá por su reelección.
Mientras tanto, y como una forma de asumir anticipadamente las derrotas electorales en esos distritos, en los despachos oficiales anuncian que acompañarán a los candidatos oficialistas para que, al menos, hagan la mejor elección posible.
Y al mismo tiempo, niegan que se esté preparando una serie de medidas para mejorar las chances electorales de sus candidatos en territorios hostiles en los que gobiernan peronistas, socialistas o partidos provinciales, porque ya no hay tiempo para revertir la tendencia.
Desde el radicalismo, de dónde proviene la amplia mayoría de los candidatos de Cambiemos en esas nueve provincias, reconocen en que la jugada de adelantamiento de las elecciones por parte de los gobernadores, los perjudicó, porque la gente votará en medio de la recesión y exteriorizará en las urnas su malestar por la brutal crisis económica.
Desde la mesa directiva de Pro que encabezan Humberto Schiavoni y Francisco Quintana, plantean que amortiguar la eventual seguidilla de derrotas y apuntar a las PASO de agosto y a las generales de octubre será la estrategia a seguir por Cambiemos.