No es la primera vez que el fiscal Carlos Stornelli, protagonista del escándalo de coimas que se destapó la semana pasada, opera para el poder de turno. En 2011 hizo algo similar con el entonces intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, y lo ayudó a lograr su quinta reelección.
El 30 de septiembre de 2011, Cariglino denunció que estaba siendo víctima de “tareas de inteligencia” por parte de la Gendarmería Nacional: según la acusación lo perseguían a él, a sus funcionarios y militantes. La presentación fue realizada ante Stornelli. “Desde las primarias que empezamos a ver movimientos extraños de autos y personas vestidas de civil que nos seguían o, directamente, inspeccionaban los autos de nuestros funcionarios y militantes”, había denunciado entonces Cariglino en declaraciones a La Nación.
La denuncia de Cariglino se dio semanas antes de las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011, en las que él mismo compitió nuevamente por la intendencia de Malvinas Argentinas y, finalmente, resultó ganador en lo que fue su quinto mandato consecutivo. El objetivo de la operación era desprestigiar a su rival en esa competencia: Leonardo Nardini, actual jefe comunal.
El historial de Cariglino ya estaba sucio desde hacía rato. En noviembre de 2003 fue detenido, siendo intendente, y estuvo preso dos semanas. Se lo acusaba de estafa, defraudación al Estado y negociaciones incompatibles con la función pública. En su contra, figuraban pruebas como el desvío de fondos de las arcas municipales y contratos con empresas fantasmas que se adjudicaban obras inexistentes.
Tras pagar una fianza de medio millón de pesos, recuperó su libertad y continuó ejerciendo su cargo de funcionario estatal. Es el primer intendente que estuvo preso mientras cumplía su mandato. En 2016 fue nuevamente denunciado por defraudación agravada, asociación ilícita, malversación de los caudales públicos, negociación incompatible con el ejercicio de funciones públicas y enriquecimiento ilícito. Ahora es precandidato a intendente por Cambiemos.