Como respuesta a la brutal crisis económica y a las barbaridades lanzadas por Elisa Carrió durante la campaña, Cambiemos sufrió ayer su octava derrota electoral consecutiva en lo que va de 2019. Esta vez fue el turno de Córdoba, el segundo distrito de importancia en el país detrás de Buenos Aires, donde el peronista Juan Schiaretti logró su reelección, con el 54 % de los votos, mientras que los radicales Mario Negri y Ramón Mestre, sumados, sólo alcanzaron el 28 %.
Como si fuera poco, y en una clarísima muestra sobre cómo el electorado le dio la espalda a la alianza gobernante, el peronismo también ganó en la capital provincial por segunda vez desde el regreso de la democracia: Martín Llaryora sacó 17 puntos de ventaja sobre Luis Juez (aliado de Mario Negri) y Rodrigo de Loredo (socio de Ramón Mestre). Finalmente, se concretó el mayor temor de los referentes del fracturado Cambiemos: el efecto “arrastre” del gobernador sobre Llaryora. Un dato no menor: el PJ sólo había ganado por única vez en las elecciones de 1973.
Así, Cambiemos no puede poner freno a su seguidilla de derrotas: perdió la interna en La Pampa, las PASO de Chubut, Entre Ríos, San Juan; las elecciones a gobernador en Río Negro y Neuquén. Su más reciente traspié fue el domingo pasado en Santa Fe.
Teniendo en cuenta los resultados obtenidos por el oficialismo cordobés en las elecciones de 2015, el 54 % logrado por Schiaretti en esta oportunidad incluyó los 15 puntos aportados por el kirchnerismo que, tal como lo dispuso Cristina Kirchner, bajó a su candidato en pos de la unidad del peronismo en esa provincia, para sumar votos al gobernador y vencer con más comodidad a los postulantes de Cambiemos.
Tan debilitado está el gobierno en los sucesivos tests electorales, que al haber quedado Negri segundo, a 36 puntos de Schiaretti, pero arriba de Mestre, se cumplió uno de los módicos objetivos de la administración macrista, que se involucró a través de sus principales espadas (Maríe Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Carrió y hasta el mismísimo Mauricio Macri) haciendo campaña por Negri.
El hecho es que los dos candidatos radicales sumados no llegaron al 33,8 % que Oscar Aguad losgró en 2015. Peor es la comparación con 2017: Héctor Baldassi se impuso hace dos años con casi el 49 % de los votos.
La victoria del peronismo en Córdoba, con sus casi tres millones de ciudadanos habilitados para votar –que representan un 8,8 % del padrón nacional, el segundo en importancia después de la provincia de Buenos Aires-, podría funcionar como termómetro de la muy desfavorable situación que atraviesa Cambiemos. Córdoba, un territorio que fue crucial para la victoria de Macri en 2015, arroja esta vez una posible lectura nacional muy distinta.
Y así, por estas horas el escenario está caracterizado por los pases de factura por las candidaturas divididas de Mario Negri y Ramón Mestre, y el golpazo extra de la pérdida de la intendencia de Córdoba, la segunda ciudad más importante del país, por lo que la inquietud y el nerviosismo siguen en aumento en la Casa Rosada.