A 24 horas del vencimiento del plazo para que los bonistas confirmen su rechazo o finalmente adhieran a la oferta oficial de canje de 66.000 millones de dólares de deuda externa, esta tarde el ministro de Economía, Martín Guzmán, irá a la residencia de Olivos para definir los pasos a seguir en una renegociación de deuda que después de siete meses y cuatro ofertas oficiales se mantiene estancada.
Quienes están cerca de Alberto Fernández, aseguran que el presidente está llegando al límite de su paciencia con los tironeos de BlackRock, el grupo más fuerte de los bonistas que, junto a sus aliados, viene presionando salvajemente al Gobierno.
“Hasta acá llegué. No hay un peso más”, reitera el presidente cada vez que le preguntan si es posible un nuevo acercamiento económico con los bonistas.
La orden es clara: si no aceptan la propuesta económica de 53,5 dólares por cada 100 de valor nominal, no habrá prórroga del canje, y pateará la negociación para después de cerrar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) bajo advertencias de quitas más profundas. “Por ahora no se extiende”, aseguraron, aunque en estas últimas cruciales horas queda abierta una hendija para tomar una decisión final.
Esa oferta oficial actual, es una mejora enorme frente a los 41 dólares por cada 100 de la propuesta original de abril.
La decisión pasa entre extender el plazo para seguir negociando o patear el tablero, dejar a las conversaciones con privados de lado y pasar a priorizar un nuevo acuerdo marco con el FMI. Pero, claro, la palabra final la tendrá Fernández.
Hasta hace unas horas nomás, la decisión que dejaban trascender desde Presidencia era la de no extender el plazo. Es decir, dejar que la cuarta oferta oficial llegue mañana a su fecha de vencimiento.
En el Gobierno creen que la treintena de fondos de inversión que rechazaron en conjunto la propuesta para intentar una mejora todavía mayor, tienen más que perder de lo que reconocen. Si el Gobierno decide no conceder la séptima prórroga, amenazan desde Casa Rosada, lo que sigue serán discusiones enmarcadas en un nuevo programa acordado con el Fondo, principal acreedor individual de la Argentina.
“Hay una decisión tomada, no podemos ofrecer más a los acreedores y, si no hay acuerdo, avanzaremos con el FMI en un nuevo programa y con el sector privado volveremos a hablar en seis u ocho meses, pero con una propuesta de reestructuración más profunda”, dijo Guzmán a Página/12 en una entrevista publicada ayer.
Tal como fue presentada, la propuesta de canje que vence mañana necesita de la la aceptación de tenedores de deuda que entre todos sumen al menos el 50 % del capital emitido en bonos elegibles. Si no se alcanza ese umbral, la propuesta será descartada por el propio Gobierno. Ese compromiso por escrito fue incluido para permitir a los bonistas minoristas o indecisos adherir a la propuesta de canje sin correr el riesgo de quedar atrapados en una operación parcial o fracasada.
Pero los fondos liderados por Blackrock, Ashmore y Fidelity aseguran tener entre todos más del 50 % necesario, con lo cual el canje no se podría concretar sin su participación.