Pese a que ya pasó un año desde que dejo la presidencia, en las redes sociales insisten con el apodo de “gato” al referirse al líder de Juntos por el Cambio. ¿De dónde viene el insulto? El término “gato” viene del lunfardo y tiene al menos tres significados que aluden a dos épocas muy distintas. En la década del 30, el gato era aquel que buscaba la compañía de actrices, cantantes o vedettes, las esperaba a la salida del teatro de revista y las invitaba a salir. Pagaba las copas, la comida, hacía regalos con tal de mostrarse junto a ellas en público.
A estos señores se los empezó a llamar “gatos” y no por el mamífero felino sino en alusión al que “gatilla” que, en buen lunfardo, es quien paga. Con los años, el término fue pasando de quienes pagaban a quienes eran pagados y así se asoció a la prostitución. Esto ocurrió en los 70 y 80 cuando se llamaba “gato” a la prostituta cara.
A partir de los 90 surge un nuevo uso de “gato” asociado al lenguaje tumbero y que es el que buscó darle el militante que hizo famosa la frase contra el Presidente. En la cárcel el gato es el que cumple con las tareas más bajas, como lavar los platos o los pisos, dentro de pabellón. Es el que recauda para un jefe y es despreciado por su condición servil.