Con el madrinazgo de Patricia Bullrich, Maximiliano Guerra ya arrancó formalmente su carrera política, y pensando en un eventual cargo legislativo –aunque él por ahora no lo diga-, fue empujado a tomar la delantera de un equipo del PRO dedicado al trabajo social, y que tuvo su punto de partida nada más ni nada menos que en La Matanza, histórico bastión político del peronismo en el conurbano bonaerense.
Con ese fin, el ex bailarín clásico está saliendo a recorrer barrios con necesidades variadas, enfocado en la capacitación y la asistencia sanitaria, y con un fuerte discurso contra “los gestores de la pobreza”.
En la conducción del proyecto social trazan una línea de continuidad con el espíritu del Servicio Cívico Voluntario en Valores, un programa que implementó la ex ministra de Seguridad cuando estaba en ese cargo, con el fin de capacitar a jóvenes de entre 16 y 20 años, y que se desarrollaba en sedes como la de Gendarmería en Campo de Mayo, por lo que en la práctica era una vuelta del tristemente célebre Servicio Militar.
“Patricia me encargó que, con Daniel Barberis, armáramos el PRO Social”, comenta Guerra, quien precisa que “así se armó la pata social del partido, que fue una de las cosas que fallaron en la gestión pasada”.
Y agrega que “buscamos articular y generar puentes. Vemos las necesidades y cómo ayudar. Sin ser gobierno es más difícil tener las herramientas a mano, pero mucha gente ayuda. En la emergencia, hay que darle el pescado a la gente, pero buscamos enseñar a pescar. Lo que más dignifica es el mérito, algo que el Gobierno critica”.